Cada Estado Parte se compromete a destruir o a asegurar la destrucción de todas las minas antipersonal de conformidad con lo previsto en esta Convención.
Si un Estado Parte cree que será incapaz de destruir o asegurar la destrucción de todas las minas antipersonal a las que se hace mención en el párrafo 1 dentro del período establecido, podrá presentar una solicitud a la Reunión de Estados Parte o a la Conferencia de Examen con objeto de que se prorrogue hasta un máximo de otros diez años el plazo para completar la destrucción de dichas minas antipersonal.
Entre las disposiciones adoptadas por el Dictador, tal vez la más importante de todas, fue la orden impartida al ministro de marina capitán de navío Villar, para destruir los gruesos cañones de las baterías del Callao y para hundir los buques que le quedaban al Perú de su escuadra.
Valiéndose de remolcadores, alejó de la orilla los otros buques y los hundió con la bandera nacional izada en cada uno de ellos. Enseguida, procedió a destruir los cañones de los fuertes.
Así, el concepto de la vida, la muerte, el amor, la familia, el trabajo, la amistad, la autoridad, cambiaron totalmente. Los españoles no solo negaron la cultura que encontraron, sino que la trataron de destruir.
Esto sólo alcancemos de ella con votos y plegarias públicas: que si no tiene hecha resolución de destruir el linaje humano, y si todavía mira con ojos propicios el nombre romano, se complazca de tener a este príncipe por sacrosanto, como todos los mortales le tienen, por ser dado para el reparo de las cosas humanas, que tan caídas estaban.
Cuando Chicomecoatl vio tanta mortandad, se estremeció y pensando que se le había pasado la mano, pues el castigo no era para destruir a todos los humanos, sino sólo a los que no se habían librado de la animalidad, se transformó de inmediato en CHALCHIUCIHUATL (chalchihui: esmeralda, jade), es decir, la fertilidad; luego en XOCHIQUETZAL (xochitl: flor), esto es, la energía creadora de flores y por último en CENTEOTL, el maíz; pero ya era demasiado tarde.
De esa acusación el jurista señor Larraín Zañartu dice lo siguiente: “Se trata de procesar a un hombre para conseguir la ruina de su partido, de socavar un sólido edificio para aprovechar sus cimientos, de destruir la Constitución para ejercitar una estéril venganza personal” .
Después aumentaron en intensidad y método, hasta convertirse en una gigantesca batida llevada a cabo por unidades aéreas de los Estados Unidos, día a día, con el propósito de destruir todo vestigio de civilización en la zona norte del país.
Conoció la necesidad perentoria y fatal, si se quiere seguir viviendo, de
destruir hasta el último rastro del pasado, cuando quemó con los ojos fijos y secos las cartas por él escritas a su mujer, y que ella guardaba desde novia con más amor que sus trajes de ciudad.
Horacio Quiroga
Mira, pues, querido Cebes, si de todo lo que acabamos de decir no se deduce necesariamente que nuestra alma se asemeja mucho a lo que es divino, inmortal, inteligible, simple e indisoluble, siempre igual y siempre parecido a sí mismo, y que nuestro cuerpo se parece a lo humano, mortal, sensible, compuesto, disoluble, siempre cambiante y jamás semejante a sí mismo. ¿Hay alguna razón que podamos alegar para destruir estas consecuencias y hacer ver que no es así?
Otras son objeto de violaciones o torturas, actos violentos éstos que a menudo se utilizan como armas de guerra para desmoralizar a las comunidades y destruir sus estructuras sociales.