Las jembras toas, y entre toas y salgan las que puean, son malinas, pero que mu malinas, y pa ganarlas sa menester saber más que Merlín, y estar ya desengañaos de que son jierro con la cera, y cera con el jierro, y tú no has salío entoavía, pa con ella, de mantequilla de cacao, y lo que sa menester pa que tu Lola, que no es mala, pero que tiée por cabeza dos docenas de cascabeles, se ponga en su sitio, es que tú te estires y te metas el corazón por debajo del contrafuerte y le des a su tiempo una de cal y dos de arena, y que te múes a la calle del tira y afloja, y que tengas pa con ella unas veces jiel en el pico...
-Como que eso es ya una cosa que se te ha puesto a ti sobre el corazón, y la verdá es que las noticias que yo tengo de tu jembra no son ni mu güenas ni mu malas, poique, sigún me ha dicho a mí el Cherpa, que la ve cuasi tos los días, la probe, como está tan delicaucha y la pícara calentura no afloja la rienda, y como con estas esazones le ha dao por cerrar el pico...
Es una cosa que ponen en la parte inferior de los periódicos y que la gente recorta; tengo motivos para creer que hay más en mí que en el estudiante, y esto que comparado con el tendero no soy sino una cuba de poco más o menos. Luego el duende colocó el
pico en el molinillo de café.
Hans Christian Andersen
Fue una suerte que no tardase más, pues la cuba había gastado casi todo el
pico de la dueña, a fuerza de pregonar todo lo que encerraba en su interior, echada siempre de un lado; y se disponía justamente a volverse para empezar a contar por el lado opuesto, cuando entró el duende y le quitó el
pico; pero en adelante toda la tienda, desde el cajón del dinero hasta la leña de abajo, formaron sus opiniones calcándolas sobre las de la cuba; todos la ponían tan alta y le otorgaban tal confianza, que cuando el tendero leía en el periódico de la tarde las noticias de arte y teatrales, ellos creían firmemente que procedían de la cuba.
Hans Christian Andersen
Yo mismo lo he experimentado en lengua propia y carcajada coral: En Chile pedí brindar con “chucha”, al no acertar, por falla de memoria, a decir “chicha”, bebida folclórica de allá, y con ello enunciar la palabra obscena designadora del órgano genital femenino. “De aquí en adelante, me disculpé con la clásica sonrisa del avergonzado, mejor me callo el pico”.
y en segundo, porque Leo -tan sensible y tan erudito- siempre le gustaba inundar de símbolos su ambiente; sabía tantos códigos que iban desde Hermes Trimegisto pasando por Zoroastro, Pitágoras y Platón, hasta Marsilio Ficino o Giovanni Pico della Mirandola, sus casi contemporáneos; como siglos después lo hacía el misterioso alemán, Atanasio Kircher, y a mí me dejó como una muestra ejemplar de uno de sus refulgentes regodeos semióticos.
La señora Catalina entraba y salía procurando huir del tremendo espectáculo; la Florina y Antonia la Salpullío gimoteaban secándose los ojos con el pico del delantal; en el umbral de la habitación, algunos vecinos piadosos fumaban en la antesala esperando el fatal momento y entreteniendo la lúgubre espera poniendo orden en la marcha del Gobierno y dando solución a los más grandes conflictos internacionales.
Pero tu alto amor, que el báratro fue más alto aquel, el que, aunque indómita, a llevar el yugo te enseñó, pues ni tan querida es la cabeza, para un padre agotado por la edad, de un tardío nieto que su única hija alimenta: 120 el cual, cuando, apenas al fin siendo encontrado para las riquezas del abuelo, su nombre éste ha inscrito en las testadas tablillas, y los impíos goces de un burlado pariente evitando, ahuyenta de su cana cabeza un buitre; ni tanto se regocijó en su níveo palomo ninguna 125 collera suya, de la que, se dice, mucho más ímprobamente besos con su mordiente pico siempre arranca que la que principalmente muy deseosa es, la mujer.
Pos como es su domaora, y ella se sabe de memoria que siendo suyo, el cobre es oro pa mi Pepe, pos apenitas gorvió de la corte y se enteró de que mi Pepe estaba cuasi dando dineros a ganancias, pos entonces mi niño ganaba catorce riales de jornal; pos se jizo la encontraiza con él y se gorvieron a tomar de pico y na, lo que pasa, compadre, lo que pasa, que los quereles se lañan y ellos lañaron los suyos y como si na, como si tal cosa, como si ella no se hubiera dío antes juyendo de él a la tierra de los marqueses y los vizcondeses.
Rosario recreábase cada vez más en la contemplación de su hermosura y al mismo tiempo una profunda amargura invadía lenta y pérfidamente su corazón juvenil; nunca podría ella lucir galas iguales ni parecidas a aquellas, para costear una de las cuales necesitábase por lo menos el jornal que Joseíto ganaba en un mes; nunca podría ella lucir el garbo de su persona como engarzada en galas de tanto valor; tendría que resignarse a pasar escaseces y miserias, Joseíto no tenía más bienes de raíces que su jarabe de pico y que su carita gitaria......
-No se crea usté, que a mí muchas veces me da una rabia que me troncho, pero en cuantito me ve rabiosa empieza a soltar azúcar por el pico y: niña de mis ojos por aquí, niña de mis ojos por allí, y na..., lo que pasa..., como yo le quiero..., como le tengo voluntá..., como me gusta más que el merengue...
-Como que es un primor la chavalilla, y si yo tuviera veinte años menos... -Tendría usté sesenta y pico, compadre. -Sesenta y pico de tumores que le sargan a usté en la mala lengua que tiene.