17. Burlarse de adversarios con palabras, ademanes y/o gestos. 18. Amenazar o provocar a un adversario. 19. Simular o fingir una lesión.
-¡Vas a comerte esa orquídea, perro! El tono que esta vez empleó Taman para
amenazar fue terrorífico. Que el primo Guillermo se percató de ello lo demuestra el hecho que sin ningún pudor se arrodilló delante de Taman, y tomándole la chilaba, le dijo: -Escúchame, honorable hermano mío...
Roberto Arlt
Se acordó también solicitar conjuntamente a las potencias con territorios bajo su jurisdicción en la zona, respetar el estatuto y a todas las potencias nucleares el compromiso formal de no introducir estas armas en la zona y de no usarlas ni de amenazar con usarlas a los países signatarios.
Muchas veces los salarios se obtienen por la capacidad de presión, esto es cuánto puedo amenazar y perjudicar a la sociedad para obtener un determinado salario, y acá está la gran madre del borrego, o del Dorrego como decía un amigo mío: de esos 62.000 millones de masa salarial registrada el 19 por ciento de los trabajadores se queda con el 41 por ciento, y el 81 por ciento de los trabajadores se queda con el 59 por ciento.
Solicitó entonces el virrey la abolición de la mita; pues muchos enmenderos habían llevado el abuso hasta el punto de levantar horca y
amenazar con ella a los indios mitayos; pero el monarca dio carpetazo a la bien intencionada solicitud del príncipe de Santo Buono.
Ricardo Palma
Leporelli ya no gritaba; se encerraba en un silencio lleno de desprecio; y cuando Musterini, arrepentido, acongojado, confesando que no había podido vender una vara de tierra para hacerse algunos pesos, ofrecía darle en pago alguna de sus propiedades, lo miraba de reojo, hacía con los labios un gesto de desdén y sacudía los hombros de tal modo que el pobre Musterini no insistía y consideraba, callado, la inmensidad de su ruina. Tenía mucha tierra, pero no valía nada, y sus acreedores, ya cansados de esperar, lo empezaban a amenazar.
Contra aquel espectáculo y contra la determinación de un hombre tranquilo, acostumbrado a imponerse a la mitad de la gente allí reunida, todo era inútil; lo mismo podía amenazar al viento.
Contraviniendo a todo marinero, porque volver sin dilación quería, entró en el mar arrebatado y fiero, que amenazar tormenta parecía.
Es dado al hombre, algunas veces, atacar los derechos de los otros, apoderarse de sus bienes, amenazar la vida de los que defienden su nacionalidad, hacer que las más altas virtudes parezcan crímenes y a sus propios vicios darles el lustre de la verdadera virtud.
He tomado la decisión también, porque me ha conmovido mucho la muerte de estas 7 personas que tengo aquí los nombres, quiero nombrarlos porque se merecen que los nombre, porque fueron a cumplir una función que es la de dar seguridad, ustedes vieron las cosas que han pasado ahí y parece que siguen pasando, porque quieren evidentemente que haya violencia, hay algún sector político o gremial, eso está claro, no tengo ninguna duda. Los veo actuar, amenazar, extorsionar y no me queda ninguna duda.
Recuerdo que al final tuve no que amenazar sino que ponerme muy firme y recurrir a la figura constitucional que nunca he llegado yo a activarla, pero en esa ocasión después del golpe de Estado, vino el golpe petrolero, la fuga de capitales, las reservas iban palo abajo, es decir, era el plan perfecto ¿para qué?
Aunque, por lo general, el Gobierno respeta estos derechos en la práctica, la libertad de prensa se ha deteriorado durante el año por los esfuerzos de algunas personas asociadas con el Gobierno por provocar, amenazar o atacar físicamente o por alentar a otros a atacar a los dueños de medios privados, a las instalaciones y a los periodistas que allí trabajan.