Y una noche entre los mirtos Del jardin de su palacio Cuando á solas y despacio Por fortuna la encontró, Tomó sus manos de nieve Y doblando la rodilla, La corona de Castílla Loco de amor la ofreció.
Tomóla en ellos el conde, Y en el mas leve rumor De sus pisadas poniendo Esquisita prevision, Del castillo atravesaron Uno y otro corredor, Unos y otros aposentos, Y uno y otro caracol. Y asi despacio llegando A la muralla esterior, El puente echaron, saliendo (202) De tan lóbrega mansion.
SANCHO MONTERO: ¿Pues, cómo, mujer liviana, si la verdad no contestas, he de creer tus protestas cuando es tuya la ventana? ESTRELLA: Montero, vamos despacio, que aunque la ventana es mía, ni de noche ni de día vivo yo sola en palacio.
Y todo esto lo contempla El viajero muy despacio, Como pudiera un palacio Magnífico examinar Un anticuario curioso, O un avaro que allí viera Una joya que otro hubiera Perdido en aquel lugar.
Estaba cercano el dia; La luna en el horizonte Escasa luz despedia Y á largos pasos se hundia Detrás del alzado monte; Cuando solo y descuidado En largo manto embozado Despacio entraba en Toledo Un hombre, que bien mirado No era otro que Godofredo.
Sí, guarecido en lo espeso de la oscuridad nocturna, a la ventana se acerca de otro hombre la sombra muda. Sombra que avanza despacio, pero con planta segura, como quien sabe la tierra por donde camina a oscuras.
El amor les acomoda »sin entusiasmo, la conversación sin gracia, la chanza sin risa, »el saludar con reverencia, el caminar despacio, el sentarse »con cuidado.
Y respondiendo mi pregunta de si él cree que ya es tiempo de empezar, agrega: "Ya es el tiempo de que el río cambie color..." El viejo Antonio calla y se incorpora apoyándose en mi hombro. Regresamos despacio.
Y también recordé lo que me contó el botero la noche que llegué a la casa inundada. Él remaba despacio mientras recorríamos «la avenida de agua», del ancho de una calle y bordeada de plátanos con borlitas.
(Sexto) Todos sus juegos los presidía la más amplia libertad, pues dejaban la partida cuando lo tenían por conveniente y cesaban de ordinario cuando comenzaban a sudar o a cansarse. Luego se enjugaban bien, cambiaban de camisa y paseando despacio, se encaminaban a ver si la comida estaba dispuesta.
DOÑA ANA Pues para que veas, Beatriz, que ya en parte te obedezco y te trato con llaneza, que te recojas, te ruego: alíviate de ese traje, que yo te asistiré luego y hablaremos más despacio, que también contigo tengo33 33 En E.
Y entré en mi cuarto
despacio y profundamente asombrada de sentirme caminar y de ver lo que veía, porque en ese instante había decidido morir.
Horacio Quiroga