Confieso que, por un momento, tuve una débil esperanza de que Wyatt se salvaría, al ver que se ataba a la caja y se confiaba así al mar. -Por supuesto que se hundieron, y con la rapidez de una bala de plomo -repuso el capitán-.
Así, al pie de la letra: quince y dos meses acababa de cumplir Inesiña, la sobrina del cura de Gondelle, cuando su propio tío, en la iglesia del santuario de Nuestra Señora del
Plomo -distante tres leguas de Vilamorta- bendijo su unión con el señor don Fortunato Gayoso, de setenta y siete y medio, según rezaba su partida de bautismo.
Emilia Pardo Bazán
Alrededor del rancho la tierra blancuzca del patio, deslumbraba por el sol a plomo, parecía deformarse en trémulo hervor, que adormecía los ojos parpadeantes de los fox-terriers .
La única exigencia de Inesiña había sido casarse en el santuario; era devota de aquella Virgen y usaba siempre el escapulario del
Plomo, de franela blanca y seda azul.
Emilia Pardo Bazán
¿Es ése o no un natural mediodía de los tantos en Misiones, en su monte, en su potrero, en el bananal ralo? ¡Sin dada! Gramilla corta, conos de hormigas, silencio, sol a
plomo... Nada, nada ha cambiado.
Horacio Quiroga
-Sí, señor, que lo conocí, que era una güena presona; pero era un hombre más pesao que un plomo y al que le gustaba platicar más que el comer, y a mí, la verdá, los hombres que platican mucho se me agrian.
Al rayar el día, un hondo escalofrío despertó al dueño de casa. Hasta ese momento había dormido con pesadez de
plomo. Contra lo habitual, desde que tenía el dedo herido, apenas le dolía el pie, no obstante las fatigas del día anterior.
Horacio Quiroga
Y a un segundo esfuerzo para incorporarse, se le erizó el cabello de terror; no había podido ni aun moverse. Ahora la sensación de
plomo y el hormigueo subían hasta la cintura.
Horacio Quiroga
Creo yo que tiene él o diez mil o más escrituras, y no así, como se hace, en un palimpsesto referidas: papiros regios, nuevos libros, nuevos ombligos, cinchas rojas de membrana; alineadas a plomo y con pómez todas igualadas.
Él mismo se lo había repetido diez veces... Y el día avanzaba, y el enfermo creía oír el feliz ruido de las tazas, entre las pulsaciones profundas de su sien de
plomo.
Horacio Quiroga
Sócrates: Y cuando Homero dice: «Ella se lanzó en el abismo, como el plomo que, atado al asta de un buey salvaje, se precipita en el fondo de las aguas, llevando la muerte a los peces voraces,» ¿diremos que corresponde al pescador, más bien que al rapsodista, el calificar estos versos, y si lo que expresan está bien o mal hecho?
Pero de pronto ya no lo vio allí, sino en lugar opuesto, y cambió de dirección, desorientado, nadando con fuerza, pero sin saber dónde iba. Los zapatos pesaban como si fuesen de plomo: ¡malditos!