Mientras Dío Fetente dormía, yo, incorporado en mi
yacija, miraba el círculo blanco de luz que por el ojo de buey se estampaba en el muro desde la calle.
Roberto Arlt
Finalmente Ubaldo, cansado, se acostó en la yacija que le había ofrecido su huésped y se durmió pronto, mientras el ermitaño se sentaba en el suelo a la entrada de la cueva.
Sin embargo, no me iba a estar la noche en éxtasis, y después de comprobar su estabilidad, imitando a Dío Fetente, me saqué los botines, que envueltos en un periódico me sirvieron de almohada, me envolví en la carpeta verde y dejándome caer en el fementido lecho, resolví dormir. Indiscutiblemente, era cama de archipobre, un deshecho de judería, la
yacija más taimada que he conocido.
Roberto Arlt
El 29 de marzo de 1640, y después de una dura jornada de trabajo en su casa, al llegar la noche, y habiéndole preparado su madre una yacija improvisada con un serón de esparto y sobre él un pellejo, al lado del lecho conyugal, debido a que su habitación la empleaba un soldado que se alojaba en su casa, se duerme.