XXXIX.- Prodígate con generosidad hacia las cosas dignas que motiven saludable alegría, pero sé avaro cofre cerrado a las murmuraciones y los prejuicios. XL.- Nada de lo que existe es despreciable; el macrocosmos tiene como principio las ínfimas partículas de energía.
Murallas arruinadas, calles abandonadas, habitaciones sucias y deterioradas, una población despreciable y mísera taraceada con toda variedad de colores, desde el negro azabache al mestizo y de allí al pálido triste criollo ”.
Dicha pretensión no resultó del todo despreciable para la damita, y el aire de campo encontró los medios -con asistencia de la criada- de entrar por la noche en los aposentos de la princesa.
No sé qué jerga científica, más despreciable aun que la ignorancia, había usurpado el nombre del saber, y oponía a su restablecimiento un obstáculo casi invencible.
Como el hombre es en gran parte producto del medio ambiente donde vive, en el futuro ni habrá dictaduras, ni habrá esbirros, ni habrá chivatos, porque la tarea de la Revolución es precisamente reformar ese medio ambiente y poner fin no a la dictadura, sino a las causas que originaron la dictadura; no solo a los esbirros, sino a las causas que originaron a los esbirros; no a los chivatos solamente, sino a las causas que hicieron posible el chivato, que es un ser despreciable que va a desaparecer también de aquí.
Por eso, la consideración de las ideas y de las palabras, en cuanto que son los grandes instrumentos del conocimiento, constituye una parte nada despreciable de la contemplación de quienes pretendan ver en toda su extensión el humano conocimiento.
La aparición rechinó los dientes y se rió, pero sacó el recibo de una gran carpeta y se lo tendió a Steenie: – Ahí tienes tu recibo, perro despreciable; y en cuanto al dinero, el hijo de perra de mi hijo puede ir a buscarlo a la Cuna del Gato.
Mientras se ocupaba en prepararla, fui a pasearme por la orilla del Guadalquivir, y cuando regresé a la posada me encontré, en efecto, ya dispuesta una cena nada despreciable.
Esa era la consigna que le cantábamos nosotros. Bueno, y no se participó en las elecciones del centro de estudiantes porque era la democracia una cosa despreciable.
más que el archivero, y justamente a las horas en que él, Álvarez el falso, quería enterarse de la política extranjera en el único periódico de la casa que no le parecía
despreciable.
Leopoldo Alas
DON RAMÓN.- No deja de haber un punto de contacto para compararlos: el mismo que hay entre el Correo y un buen periódico. ¿Cómo se puede comparar al poeta más
despreciable con el maquinista de más ingenio, y viceversa?
Mariano José de Larra
Un kantiano llamaría a esto el imperativo categórico de la genialidad. : Nada es más despreciable que un ingenio triste. : Las novelas gustan de acabar como empieza el padrenuestro: con el reino de Dios en la tierra.