Pero en estas sesenta días decisivos que acabamos de vivir, Chile y el mundo entero han sido testigos, en forma inequívoca, de los intentos confesados para conculcar fraudulentamente el espíritu de nuestra Constitución; para burlar la voluntad del pueblo; para atentar contra la economía del país, y, sobre todo, en actos cobardes de desesperación, para provocar un choque sangriento, violento, entre nuestros conciudadanos.
Habéis visto cómo en breves momentos se ha conjurado la tormenta que creían iba a romper los espíritus nunca bien avenidos con el orden, y en ello tenéis una irrevocable y clarísima prueba de que en Valencia no se trata de hacer revolución social ni atentar contra los intereses económicos ni conculcar los sentimientos morales y religiosos, sino satisfacer las aspiraciones de la ciencia moderna, de la civilización y del progreso.
Negándose a cumplir los tratados de la Soledad y haciéndose dueña por medio de la felonía, de unas posiciones fortificadas que no se atrevió a atacar, se identificó más con la causa que venía a defender y dejó ver con toda claridad cuál sería el espíritu que debía animarla en esta inmunda guerra, que comenzaba por
conculcar un compromiso sagrado y acabaría por abandonar y vender cobardemente a sus propios cómplices.
Gabino Barreda
Ahí, es cierto, sale, a veces, a relucir el voraceo, hijo casi legítimo de las privaciones pasadas, con su tendencia a abusar de toda ventaja lograda, haciendo del poder, el gaucho mal pulido que a él llega, y según el escalón a que ha podido treparse, una tiranía grande o pequeña que, para castigar al contrario o favorecer al amigo, no vacila en prostituir a la justicia, en pisotear las leyes económicas, en comprometer el interés público, en conculcar las libertades más sagradas.