Estaba deseando encontrar mi caballo, y, en efecto, lo hallé en la misma cuadra donde lo dejé. Parecía animado, bien cuidado y limpio.
—No puedo menos, dijo. Viendo a Carmides de acuerdo conmigo, más animado, poco a poco recobré mi serenidad y advertí que rehacía mis fuerzas.
Y la señora Rosario miró a hurtadillas el animado corro de mozas, todas las cuales, sin duda, hubieran dado un ojo de la cara por enterarse de lo que hablaban la señora Rosario la Lechuguina y Dolores la Jarampera.
El espectáculo que ofrecía entonces era
animado y pintoresco aunque reunía todo lo horriblemente feo, inmundo y deforme de una pequeña clase proletaria peculiar del Río de la Plata.
Esteban Echeverría
Daniel, que ya no sonreía; Daniel, que no era ya el viejo débil y humilde, sino que, antes bien, respirando cólera de sus pequeños y redondos ojos, parecía
animado del espíritu de la venganza, rodeado de una multitud como él, ávida de saciar su sed de odio en uno de los enemigos de su religión, estaba allí y parecía multiplicarse dando órdenes a los unos, animando en el trabajo a los otros, disponiendo, en fin, con una horrible solicitud los aprestos necesarios para la consumación de la espantosa obra que había estado meditando días y días, mientras golpeaba impasible el yunque de su covacha de Toledo.
Gustavo Adolfo Bécquer
La vida desbordábase en aquellos lugares; gritaban, reían, chusqueábanse todos al unísono, en medio de aquel ambiente caldeado y bajo un cielo de abrasadora brillantez; los hombres más graves, panzones y sesudos, buscaban las posturas más cómodas a la sombra de los caprichosos edificios; la gente moza discurría por doquier en animado bulle bulle; de vez en cuando algunos jabegotes, de desnuda y hercúlea pantorrilla y pie extraño siempre a toda clase de cautiverio, porteaban a tal o cual saladero, ora un jaquetón de acerado matiz y de enormes dimensiones, ora alguna brótola o pescada capaz de hacerle la boca agua al menos gastrónomo de todos los nacidos.
El sabio no corre tras la fortuna, mas no es insensible a la gloria, y cuando la ve tan mal distribuida, su virtud, que un poco de emulación habría habría animado y hecho útil a la sociedad, languidece y extínguese en la miseria y en el olvido.
Como esta tesis es impecable, y considerando que el Gobierno del Presidente Roosevelt en muchos sentidos está animado de la misma actitud para con su pueblo, que el régimen que usted preside, tenemos plena confianza en las que las dificultades actuales harán de resolverse.
La lógica de la doctrina espirita me convirtió en un espiritista convencido y, como la muerte de mí madre me había insinuado en estas ideas, a ella la había inmortalizado en mí: cuando evocaba sus recuerdos, sus consejos, la sentía vibrar en mí mismo; esa es la verdadera comunicación espiritual. Animado a propagar la filosofía que me había consolado, fundé con varios amigos y redacté una revista que llamamos El Reflejo Astral.
Una mañana del mes de mayo de 1852, es decir, cuatro años después de la escena que acabamos de reseñar, cierto amigo nuestro (el mismo que nos ha referido la presente historia) paró su caballo a la puerta de una antigua casa con honores de palacio, situada en la Carretera de San Francisco de la villa y corte, entregó las bridas al lacayo que lo acompañaba, y preguntó al levitón
animado que le salió al encuentro en el portal: -¿Está en su oficina don Jorge de Córdoba?
Pedro Antonio de Alarcón
Las lechuzas tamborileaban, silbaban los grillos, y los negros saltamontes soplaban con todas sus fuerzas en las armónicas. ¡Fue un baile bien
animado!
Hans Christian Andersen
Así, y puesto que no vengo animado a hacer demasiados honores a los vinos, no se me podrá tildar de inoportuno si os digo algunas verdades acerca de la embriaguez.