Desde ella se penetraba en el bosque
fresco y verde, donde los árboles crecían en plena libertad; por eso eran tan grandes y tan magníficos.
Hans Christian Andersen
Concluyóse por fin el mercado, y mientras el
fresco matrimonio se instalaba en su rancho, Cayé cargaba concienzudamente su 44 para dirigirse a concluir la tarde lluviosa tomando mate con aquéllos.
Horacio Quiroga
Parecía que todo era recién nacido y un aliento de fragancias despertara en los verdores de colinas y praderas. El paisaje lucía tan
fresco que los entusiasmos no se fatigaban entre los obstáculos revestidos con mínimos atajos.
Antonio Domínguez Hidalgo
La ciudad está dormida con la noche... La noche que apacigua doncelleces voluptuosas y da
fresco a los ardores de la ciudad desierta.
Antonio Domínguez Hidalgo
El resto, aún siendo de la piel relleno, seguimos al pastor con el ganado hasta un llano de verde alcor cercado. »Esperamos allí que al fresco amparo de un bosque duerma el Ogro narigudo.
Vamos, ya es hora de salir, ¡lárgate y piensa! Las palabras saludables de la máquina, y el aire fresco de la calle, hicieron pensar al obrero.
Gozoso, pues, con las ovejas deja la infecta gruta, y sale al aire puro; y espera hasta que al fin rinda la ceja el Ogro bajo el fresco más oscuro.
Las matas, arqueadas en bóveda a la altura del pecho, se entrelazan en bloques macizos. La tarea de cruzarlo, sería ya en día fresco, era muy dura a esa hora.
«¡La vida empieza de nuevo!», pensó el árbol, sintiendo en el cuerpo el contacto del aire
fresco y de los primeros rayos del sol; estaba ya en el patio.
Hans Christian Andersen
Al escarabajo le parecieron estás palabras muy descorteses, y, desplegando las alas, se escapó de la mano del muchacho; voló un buen trecho, pues tenía ya secas las alas, y fue a aterrizar en un invernadero, en el que pudo entrar sin dificultad por una ventana abierta; encontró allí un montón de estiércol
fresco y se hundió en él.
Hans Christian Andersen
Lindísimos muñecos de madera, con ojos de cristal y grandes bigotes, aparecían en las puertas, abriéndolas y cerrándolas, para permitir la entrada de aire
fresco.
Hans Christian Andersen
Y de tal modo hubo de decir esto el mozo, que comprendió el Niño que no tenía más remedio que jacer lo que el de Pujerra le dicía si no quería que le mojara los carrillos, y como esto no lo podía consentir, pos mete mano el hombre a un pistolón que más parecía un trabuco naranjero, y le dice al Chiquito, sin que se le múe tan siquiera la voz y más fresco que una horchata: -Pos tire usté ya, y jaga usté bien la puntería, porque si me marra usté, va usté a dir, der primero que yo le tire, a visitar los Gaitanes.