Pues, estando en tal aflicción, cual plega al Señor librar della a todo fiel cristiano, y sin saber darme consejo, viéndome ir de mal en peor, un día que el cuitado ruin y lacerado de mi amo había ido fuera del lugar, llegóse acaso a mi puerta un calderero, el cual yo creo que fue ángel enviado a mí por la mano de Dios en aquel hábito.
Los clásicos cuarenta días pesan fuertemente, sobre todo en mamá, y aún hoy, con treinta y nueve transcurridos sin el más leve trastorno, ella espera el día de mañana para echar de su espíritu, en un inmenso suspiro, el terror siempre vivo que guarda de aquella noche. El único fastidio
acaso que para mí ha tenido esto, es recordar, punto por punto, lo que ha pasado.
Horacio Quiroga
¿Piensas acaso tú que fue criado el varón para el rayo de la guerra, para surcar el piélago salado, para medir el orbe de la tierra y el cerco por do el sol siempre camina?
Estaban bastante atónitos todavía, no poco débiles, y con gran asombro de sus hermanos menores —iniciados también en Julio Verne— sabían andar aún en dos pies y recordaban el habla. La aventura de los dos robinsones, sin embargo, fuera
acaso más formal a haber tenido como teatro otro bosque menos dominguero.
Horacio Quiroga
-grité -, ser malvado, profeta eres, diablo alado! ¿Del Tentador enviado o acaso una tempestad trajo tu torvo plumaje hasta este yermo paraje, a esta morada espectral?
¿A qué? El contador no pudo precisarlo.
Acaso a resina de frutales o de eucaliptus. Y por igual motivo, tenía la densa miel un vago dejo áspero.
Horacio Quiroga
Díme: ¿acaso dejaste la vibradora selva, donde enredar solías tus plateadas hebras en las obscuras ramas de las frondosas ceibas, por venir a mi alcoba en el misterio envuelta, como una envidia muda, como una viva mueca?
¿Y qué sucederá luego? ¿
Acaso vendrán a verme los árboles del bosque? ¿Volarán los gorriones frente a los cristales de las ventanas?
Hans Christian Andersen
Voy más lejos: creo que el pintor desconocido, y
acaso ya muerto, que ha legado al mundo tal maravilla, no perteneció a ninguna escuela, ni ha pintado más cuadro que éste, ni hubiera podido pintar otro que se le acercara en mérito....
Pedro Antonio de Alarcón
Al alcance de mi mano, como irónica tentación, estaban las riquezas abandonadas, las maravillas de arte que
acaso codicié: ningún ojo sino el mío para contemplar los cuadros de Velásquez, las estatuas de Fidias, las cinceladuras de Cellini; y allá en las secretas cajas de los abandonados bancos, ninguna mano sino la mía para hundirse en los montones de billetes y centenes de oro...
Emilia Pardo Bazán
Quedó, pues, la calle sola y muda, y en medio de ella, tendido y desangrándose, aquel buen caballero, que
acaso no había expirado todavía, y a quien manos solícitas y piadosas pudieran tal vez librar de la muerte...
Pedro Antonio de Alarcón
Ahora se explicaba Inesiña los reiterados «No tengas miedo, boba»; los «Cásate tranquila», de su tío el abad de Gondelle. Era un oficio piadoso, era un papel de enfermera y de hija el que le tocaba desempeñar por algún tiempo...,
acaso por muy poco.
Emilia Pardo Bazán