A las armas, está bien; pero contra los enemigos de nuestra clase, contra los burgueses, y si nuestro brazo ha de tronchar alguna cabeza, que sea la del rico; si nuestro puñal ha de alcanzar algún corazón, que sea el del burgués.
La invasión fué dolorosa, pero para que germinen en un suelo las simiente no basta echarlas en él, porque las más se pudren ó se las comen los gorriones; es preciso que antes la reja del arado desgarre entrañas de la tierra, y al desgarrarla suele tronchar flores silvestres que al morir regalan su fragancia.
Como enjambre de abejas se venía la turba sobre aquel pagano bravo; y, aunque sea sin armas a porfía más fácil de tronchar que col o nabo.
Y vuelven otra vez a las trincheras, se acometen, se empujan, se atropellan, y vuelven las espadas carniceras a
tronchar como mieses sus hileras, y de matar se rompen y se mellan!
Olegario Víctor Andrade