Todo esto, a los cinco minutos de la mordedura. ¿Qué demonios podía
temer tras esa corrección higiénica? En casa concluyeron por tranquilizarse, y como la epidemia —provocada por una crisis de llover sin tregua como jamás se viera aquí había cesado casi de golpe, la vida recobró su línea habitual.
Horacio Quiroga
-¿Cuáles son en compendio las obligaciones del ciudadano? -Temer y amar a Dios como a juez supremo y padre de los hombres. Amar, obedecer y servir a sus padres.
Sócrates: Ves, pues, mi querido Critias, la razón que tenía para temer, y cuan justamente me acusaba de ser incapaz de examinar con fruto la sabiduría.
Ya que, con la amenaza de guerra, los imperialistas ejercen su chantaje sobre la humanidad, no temer la guerra es la respuesta justa.
Después habrá que examinar a cuál de estas naturalezas pertenece nuestra alma y, por último, temer o esperar para ella. Es verdad.
En ningún caso se podrá transferir a una persona protegida a un país donde pueda temer persecuciones a causa de sus opiniones políticas o religiosas.
¿Hay hombre, que teniendo vergüenza de una acción fea, no tema al mismo tiempo la mala reputación que es su resultado? Eutifrón: Cómo no ha de temer.
Critón: Por este sólo sin duda. Sócrates: ¿Debe temer la reprensión y estimar las alabanzas de éste sólo y despreciar lo que le digan los demás?
Discurso Poco hay que temer en aquel hombre que embaraza su alma en servir a su tez y a llenar de más bestia la piel exterior de su cuerpo.
El facultativo, con su ingenuidad acostumbrada, aseguró que del balazo de la frente nada había ya que
temer, gracias a la enérgica y saludable naturaleza del enfermo, en quien no quedaba síntoma alguno de conmoción ni fiebre cerebral; pero su diagnóstico no fue tan favorable respecto a la fractura de la pierna.
Pedro Antonio de Alarcón
¡Yo bregar con muñecos! ¡Yo oírlos llorar! ¡Yo
temer a todas horas que estén malos, que se mueran, que se los lleve el aire! Angustias...
Pedro Antonio de Alarcón
Pensé muchas veces irme de aquel mezquino amo, mas por dos cosas lo dejaba: la primera, por no me atrever a mis piernas, por temer de la flaqueza que de pura hambre me venía; y la otra, consideraba y decía: “Yo he tenido dos amos: el primero traíame muerto de hambre y, dejándole, tope con estotro, que me tiene ya con ella en la sepultura.