No creo que sea ninguna «pobrecilla». He dicho: ¿Por qué motivo?» -Le dio un sopapo a la Reina... -empezó a decir el Conejo, y a Alicia le dio un ataque de risa-.
-Sosiéguese, don Genaro... Genaro. -( Amagándole un sopapo a la ENCARGADA .) ¡Bruta gente!... INVÁLIDO. -Ladiate, Indalecia, que entuavía puedo con un gringo...
Rezongan, como si no se acordasen el tiempo en que cualquier guitarra les hacía cosquillas, y como ya poco las sacan a bailar, quieren hacerles creer a las chicas que todavía no les ha tocado el turno: -«Pero si con dos plumas vuelan, hoy, comadre; ¡si es un escándalo!» decía, entre dos tijerazos, misia Crispina a doña Carmen; y esta, en vez de contestar, tuvo justamente que enderezarse, para pegarle, un sopapo a Damiancito, hijo de la misma doña Crispina, diciéndole: -«Pero, no te pasés, mocoso; que sos muy ternerito.» El ruido de las tijeras asorda las palabras atrevidas, y las respuestas, irritadas o benévolas.
Al verlo potrear así, se excusa la prematura severidad de ese buen cordobés que, expresando el deseo de poder hacerse de algunas cabras, vio que su hijo revoleaba el lazo, como para indicar que iba a agarrar uno de los cabritos así evocados, y se le enojó, hasta pegarle un sopapo, exclamando: «¡Déjame ese cáábrito!» Pero con todo, Aquiles aprende a manejar diestramente boleadoras y lazo, parte principal de lo que será, algún día, su oficio.