Con desiguales intérvalos lanzaba el fogoso aliento, y el pecho calenturiento se le hinchaba al respirar: y se le alzaba y sumía de su amor con la tormenta: cual su balumbo acrecienta bajo la borrasca el mar.
Mayo era ya; asomábame tras mi tarea diurna y en la quietud nocturna el aura a respirar, contento en los intervalos de natural descanso y a oír el rumor manso del fresco platanar.
Tú, que haces que la semilla crezca en las mujeres, Que creas la semilla de las gentes, Que alimentas al hijo en el vientre de su madre, Que le apaciguas para calmar sus lágrimas, (Eres) la nodriza en el seno, El que da el aliento Y alimenta todo lo creado. Cuando surge del vientre a
respirar, El día de su nacimiento, Abres su boca, Y provees sus necesidades.
Ajenatón
Hay gases que se arrastran así por la baja tierra sin lograr alzarse de ella, y rastrean asfixiado porque no pueden
respirar ellos mismos.
Horacio Quiroga
Debo confesar que todavía noto los efectos de la comilona de ayer y que tengo necesidad de respirar un poco, como pienso os debe de suceder a la mayor parte de vosotros, porque ayer fuisteis de los nuestros.
Le parecía al mozo
respirar el aroma de los bosques patrios, y veía claramente a la muchacha que lo miraba por entre los pétalos con aquellos ojos suyos azules y límpidos; y susurraba: -¡Qué hermosos son aquí la primavera, el verano, el otoño y el invierno!
Hans Christian Andersen
¡Oh, cuando ella recobrara de nuevo los tonos nacarinos de sus mejillas, el brillo de sus ojos, la elasticidad de sus músculos; cuando ella pudiera correr y cantar sin sentir aquella mano de hierro que la ahogaba! ¡Oh, cuán hermoso es poder respirar a pleno pulmón, llenárselos con aquel aire tan rico, tan perfumado!
¿No habéis experimentado, señores, en vuestros paseos solitarios –en aquellas horas, en que el alma, acordándose de su destino, quisiera levantarse de la tierra, y respirar aires de mejor mundo–; no habéis experimentado la necesidad de un libro escrito en el idioma que habláis desde la cuna?
Con rapidez vertiginosa la lleva hasta sus sienes y dispara. Se desploma inmediatamente. Deja de
respirar. Su demacrada faz queda humildemente cubierta por la opaca luminosidad.
Antonio Domínguez Hidalgo
Pues este cuerpo es un peso y una pena del alma; bajo su peso, el alma se oprime y queda prisionera, si ya entonces no ve en su ayuda la filosofía a hacerla respirar en el espectáculo de la naturaleza, y a levantarla de las cosas terrenas a las divinas.
-Este individuo parece que no tiene sangre.-comentaba alguna. -Y con este aspecto que se le ve, aunque parece dormido, no se le oye respirar.
El ministro de Dios: el magistrado cuya equidad proteja nuestros derechos: el administrador que coadyuve á las miras de un gobierno paternal: el hombre ilustrado que consagre sus tareas á la progacion de las luces: el artista cuyo genio parezca animar el lienzo ó hacer respirar el marmol: en una palabra, toda clase de mérito encontrará el mismo estimulo; y la gloria mirando á todos igualmente propicia, probará, que aplaude á todos los talentos, y que hay virtudes que aunque menos brillantes que el heroismo, no por eso son á sus ojos menos estimables.