Entonces si le quitan esto, le quitan lo otro, ustedes podrán hacer lo que ustedes quieran, incluso botar esto en la basura si ustedes quieren, y yo me quedaría parado, firme, como un soldado raso ante la soberana Asamblea.
La señora Margarita se quitó los zapatos y me dijo que yo hiciera lo mismo; subió a la cama, que era muy grande, y se dirigió a la pared de la cabecera, donde había un cuadro enorme con un chivo blanco de barba parado sobre sus patas traseras.
Lo sorprendente era, sin embargo, que esta vez reinaba en el corralón una calma cargada de malos presagios, como si toda la violencia estuviera en equilibrio, a punto de desplomarse. El abuelo, parado al borde del chiquero, miraba hacia el fondo.
Los últimos días no me dejaban ni asomarme a la puerta. Antes, lo veía siquiera un instante
parado en la esquina, aguardándome desde la mañana.
Horacio Quiroga
Yo clamo a mí mismo: ¿Cuándo me será dado llegar a este gozo? Cierto que no te has parado aún Pero hace falta que te adelantes. Queda un gran trabajo en la cual has de buscar tus vigilias y tus trabajos, si quieres llegar a perfecto; es una cosa que no puede confiarse a otro.
Al igual que la Convención celebrada en Aguascalientes en 1932, al reafirmar la voluntad del parado, de luchar por la antirreelección, se enfrentó a intereses creados claramente reeleccionistas, hoy nuestro partido, al expresar su inquebrantable decisión al combatir el cacicazgo, se enfrenta a poderosos intereses creados por el caciquismo o que por inercia lo apoyan.
Conocemos multitud de pasos: el cangrejo, el robinson, el patín, el reloj, el plátano bien parado...
No ha salido usted tan mal parado como habría podido ocurrir..., pero tiene que marcharse de aquí inmediatamente, y establecerse en otra parte.
Por fin, parado el carro ante un estrado, sufrió de ajena culpa el justo juicio, y escucha la ignonimia él en persona que a gritos un vocero le pregona.
Y éste me dijo: —Déjale, que puede que acabe al paso, como nosotros. En efecto: media legua más allá lo encontramos parado, soplándole a la máquina.
Roger parado al ver mi ademán, en lugar de acometerme, se fué retirando atrás, mirándome de hito en hito, llena de terror la faz.
No recuerdo a cuántos habíamos parado de esta manera, aunque pienso que serían unos veinte, cuando, al filo de las nueve, nos dirigimos de nuevo al Yar.