Triunfa el instinto sanguinario de los depredadores retrógradas y muertos de hambre espiritual, resentidos de sus impotencias, que los hace ambicionar, odiar a sus semejantes, envidiar, calumniar, estafar, robar, explotar, humillar, abusar, ser crueles, egoístas, díscolos y asesinarlos en su existencia fugaz que se les ha prestado para ver si se superan por obra y gracia de la voluntad creadora.
Le enseñaron al mundo a odiar a toda una raza de gente y ahora tienen el descaro de culparnos por odiarlos a ustedes, simplemente porque no nos gusta la soga que nos ponen al cuello.
Y en este país puede verse todavía el resultado de todo esto entre nuestro pueblo. Al odiar nuestra sangre africana, nos sentíamos inadecuados, nos sentíamos inferiores, nos sentíamos impotentes.
Dejo la ingrata tarea de odiar a los que se consumen en el propio dolor de sus malos sentimientos; yo conservo mis energías para amar, para unir, para fundir el alma del pueblo en un aliento vigoroso de salvación de la patria.
HIPÓLITO No la conozco; pero ¿acerca de qué me preguntas? EL SERVIDOR Consiste en odiar el orgullo y lo que disgusta a todos. HIPÓLITO Muy bien.
Imaginemos a un hombre que tiene que pagar mil escudos de renta vitalicia a una anciana, y que ambos viven en el campo, separados por un riachuelo, pero tan extraños uno a otro como para poderse odiar cordialmente, sin faltar a las humanas conveniencias que colocan una máscara sobre el rostro de dos hermanos, de los cuales uno obtendrá el mayorazgo y otro una legitimación.
Mi madre parecía odiar tanto como nosotros al repugnante Coppelius, pues, desde el instante en que aparecía, su dulce alegría y su despreocupada forma de ser, se tornaban en una triste y sombría gravedad.
y no lo aprueba; va más allá, está de vuelta y me restituye a mi prosa de la vida vulgar honrada, me enseña el idealismo del deber cumplido, me hace odiar los ensueños que dan en el pecado, me revela la poesía de la moral corriente, que demuestra que el colmo del misticismo estético, de la quinta esencia psicológica, está cifrado en ser una persona decente, y que no lo es la mujer que falta a la fidelidad jurada a su marido.
La religión española, deshonrada desde entonces, se ha convertido en un materialismo grosero. Así mueren los cultos, alma de las razas, y así mueren las almas de los hombres. Odiar es obedecer a la muerte.
Angélica a Reinaldo muestras bella cuando él todo fealdad cree ella que excede; cuando ella a él admiró y lo amaba ella, él a ella odió, cuanto odiar hombre puede.
Ustedes aman el dolor que uno le inflige al otro, ustedes aman su odio porque ninguno de ustedes podría
odiar más perfectamente a otra persona de la manera que recíprocamente se odian ya.
Roberto Arlt
De ser misólogos, me dijo, lo mismo que hay misántropos; porque la desgracia mayor es el odiar a la razón, y esta misología nace del mismo manantial que la misantropía.