Se trata de contrariedades de otra índole, en que por fortuna caben alteraciones, y que van a tener en seguida total remedio. -¡Quiéralo Dios! -rezó el Capitán, viendo cada vez más cerca el 
nublado. -Decía...
Pedro Antonio de Alarcón
Cada amanecer y cada atardecer teníamos té diamantino: era el rocío; durante todo el día nos daba el sol, cuando no estaba 
nublado, y los pajarillos nos contaban historias.
Hans Christian Andersen
Por espacio de dos semanas enteras el cielo estuvo 
nublado, y, a pesar de que el meteoro brillaba en el firmamento, no podía verse.
Hans Christian Andersen
Aventuras al atardecer. Nadie lo sospechaba pero en aquel día tan soleado y caluroso de pronto todo se puso nublado. En medio del paisaje montañoso destacaba el enorme volcán y su cráter que despedía humo.
Brotó la tempestad: rompió el nublado Su henchido vientre, y con fragor crujieron El rayo de las nubes desatado Y el granizo con furia desgajado Que el paso audaz del huracan siguieron.
Y allá mas tarde calmada La tormenta, y ya la aurora (21) Vecina al nublado oriente Se apagó la misteriosa Luz, y por postigo oculto Con precaucion previsora Bajó á la puente de Alcántara Un bulto de humana forma.
Ya era alta noche; en el nublado oriente próximo estaba a despuntar el día; el viento resonaba tristemente y áspera lluvia gotear se oía.
El jueves no llovió e hizo el día claro, en la noche se vieron la Luna y estrellas. El viernes amaneció nublado, oscuro, y a las ocho del día se cerró más y comenzó a llover ceniza.
Aquel brazo frío asiendo, el cuerpo a que se une busca, mas al arribar sus manos a la garganta desnuda, cayó Genaro en el suelo sin sentidos que le acudan, porque no halló la cabeza al tronco sangriento junta. --- Pasaba en tanto la noche y el agua caía a mares, el espantoso nublado sobre la tierra rasgándose.
Ambos tienen la inapreciable ventaja de que se abren, y en una mañana de verano, o a puestas de sol, o en un día nublado, es muy hermoso el viajar en ellos por el campo, y como son de cuatro ruedas y fuertes, hechos para viaje, pueden ir a todo galope de los caballos, como aquí se usa.
Gaviotas de alas puntiagudas y grito plañidero llegaban con el viento desde la lejana sima del aire, remontaban el vuelo, blancas como la nieve en el cielo gris nublado, se desplomaban verticalmente y, lo mismo que si saltaran de ola en ola, volvían a alejarse y a desaparecer en destellos plateados entre las franjas de espuma arremolinada.
Parece que arroja el infierno otro denso nublado, o que el diablo al oírme se enoja; y empujando el ejército alado, el asalto acrecienta y aviva.