Artículo Tercero.- El Morro de Arica será desartillado, y el Gobierno de Chile construirá a su costo el monumento convenido por el Artículo Undécimo del Tratado.
Fincaba el tal su vanidad en ser el hombre más terne que desde los tiempos del Cid produjeran las Españas, y raro era el día en que por si fueron tejas o tejos no anduviese al
morro con el prójimo y repartiendo trancazos y mojicones.
Ricardo Palma
Y mientras el fiscal y el promotor andaban al
morro con los Cánones y las Pandectas, y las Decretales, y el Fuero Juzgo, y las Partidas, y el Patronato y la gurrumina, el Celso Bazán se llenaba la boca exclamando: -¡Ahora va a saber el arzobispito con quién casó Cañahueca!
Ricardo Palma
Un petrimetre, don Aquilino de Leuro, era el quebradero de cabeza de la sobrina; y ya fuese que ésta se exasperara de andar siempre al
morro por un quítame allá esas pajas, o bien que su amor hubiese llegado a extremo de atropellar por todo respeto, dando al diablo el hato y el garabato, ello es que una noche sucedió...
Ricardo Palma
Artículo Undécimo.- Los Gobiernos del Perú y de Chile, para conmemorar la consolidación de sus relaciones de amistad, resuelven erigir en el Morro de Arica un monumento simbólico sobre cuyo proyecto se pondrán de acuerdo.
A la cabeza de su columna, a pie y con la espada desenvainada debajo del brazo, marchó al ataque a paso de carrera, como un héroe antiguo, y, bajo un fuego terrible de todas las baterías de la parte del puerto, dio el asalto a la formidable posición del Morro de Talcahuano, rellenando los fosos con salchichones, coronando el muro y arrollando al enemigo a la bayoneta.
Ambos Gobiernos expresan su voluntad que el Morro de Arica constituya auténtico símbolo de la paz, concordia y amistad entre los dos pueblos, ajeno a antagonismos felizmente superados.
La artillería de tierra, dirijía siempre sus fuegos sobre las Baterías de mi mando establecidas en las alturas del “Morro Solar” en donde como hé dicho antes, se terminó el combate.
-Vuecencia, que ha tenido sus dimes y diretes con la Inquisición y que anda con ella al
morro, debe saber que las brujas se meten en el cuerpo de las lechuzas.
Ricardo Palma
El pobre valenciano, al plantar el arroz encorvándose sobre la charca, sentía en lo mejor de su trabajo algo que le acariciaba por cerca la espalda, y al volverse tropezaba con el
morro del dragón, que se abría y se abría como si la boca le llegase hasta la cola, y ¡zas!
Vicente Blasco Ibáñez
Lima, 20 de enero de 1881 “Me encaminé al morro i en el frente que se eleva sobre el mar encontré parte del batallón Caupulicón i regimiento Santiago, dándome cuenta, el comandante de este último, de los ataques que se relacionan en su parte adjunto, y me presentó 632 prisioneros; de ellos, 29 jefes y oficiales, 13 italianos y 590 soldados peruanos, i a mas un estandarte bordado sin nombre de cuerpo”.
ice la historia que dominicos, franciscanos y mercedarios anduvieron al
morro durante un cuarto de siglo, disputándose la antigüedad en el Perú.
Ricardo Palma