Dios guarde á V. E. muchos años.—Lima, ocho de Mayo de mil ochocientos cuatro.— Exmo. señor.—El Marqués de Aviles.— —Exmo. señor Ministro de la Guerra.»
Un originario de Méjico, Vertiz, es gran virrey del Río de la Plata; el Conde de Castelar, originario de Lima, es virrey de Méjico; y así varios más.
Los chilenos no eran, sin embargo, todavía dueños de la situación y así lo demostró el hecho de que no avanzaran en el acto sobre Lima ni llevaran su ofensiva sobre los cuerpos que formaban el ala izquierda peruana, que permanecían en línea de batalla.
en la citada real orden que contesto. Dios guarde á V. E. muchos años.— Lima. Marzo ocho de mil ochocientos cuatro.— Exmo. señor.— El Marqués de Avilés.— Exmo.
Al llegar a Lima, elevó sus fuerzas hasta cerca de mil hombres, con los cuales persistió en su propósito de salir al encuentro del enemigo.
E1 25 de febrero de 1881 el ministro chileno de guerra y marina en campaña, don José Francisco Vergara, expidió un decreto en Lima, sacando a remate los cascos de las naves peruanas, hundidas o incendiadas.
Dios guarde a U. S.— Señor Secretario. Fernando Casós Lima, 12 de Mayo de 1866. ---- Copiado de: Lecturas patrióticas. Texto escolar peruano.
El es el torerillo más salao y con más hígados que ha nacío de madre, y ella la chavalilla más graciosa que hay desde aquí a Lima, una cosa fenomená, más rechica que un carambuco, con los ojos como tazas, er talle como er de una avispa...
En fe de lo cual, Nos, el Plenipotenciario de la República del Perú y el de Su Majestad el Emperador del Brasil, firmamos los presentes Artículos Separados, en Lima, a los veinte y tres dias del mes de Octubre del año del Señor de mil ochocientos cincuenta y uno.
que el espresado puerto, sus costas y territorio se agreguen al virreinato de Lima, así para el gobierno político como para lo militar, por la mayor facilidad con que lo puede defender y porque siendo digna de toda atención, es consiguiente que dependa de aquella capital, cuyo apostadero estiende su jurisdicción hacia el sur a todos los puertos y costas hasta Chiloé, y teniendo S.
—Continuaba, siempre hablando para sí y siempre riéndose mientras la
lima chirriaba cada vez con más fuerza, mordiendo el metal con sus dientes de acero—.
Gustavo Adolfo Bécquer
Y libre, o en cadena, y aun alzada sobre su cuello la funesta espada, en noble impavidez antes la frente a la ceñuda adversidad humilla que a un risueño tirano la rodilla. Lima, 1817.