No sabía a qué carta quedarse. Sólo sabía que, por más que quería ser malo, libertino, hipócrita, vengativo, egoísta, no podía conseguirlo.
Aunque disipado y libertino asaz, no había perdido la conciencia; y el mal paso a que condujera a su camarada pesaba en su ánimo.
El secreto es desgraciadamente demasiado seguro, y no hay libertino anclado en el vicio que no sepa en qué medida el asesinato influye en los sentidos y en qué medida determina una descarga voluptuosa.
Y después de una breve pausa, en que se imaginaba el bendito aquella vida hipotética de calavera, repetía con menos convicción y menos ruido: -Sí, señor, sería un pillo, un asesino, un ladrón, un libertino...
Juan de Andueza, el
libertino, cambió por completo de vida y vistió el hábito de lego de la Merced, en cuyo convento murió en olor de santidad.
Ricardo Palma
El Satanás tentador se apartó entonces de la reja, murmurando: «¡Hermosa, hermosísima!», y volvió a ocupar su asiento a la derecha de Sucre. Para los más, aquello fue una irreverencia de
libertino; y para los menos, un arranque de entusiasmo filarmónico.
Ricardo Palma
Un necio habría ido a la mañana siguiente a divertirse con Julio II a casa de Rafael o a la deliciosa Villa Madame, pero Belvídero acudió a verle oficiar pontificalmente para convencerse de todas sus dudas. En un momento libertino, la Rovere hubiera podido desdecirse y comentar el Apocalipsis.
Éste quedó admitido para hacer la corte a Laurentina, mientras los viejos cuestionaban sobre el arrastre de chico y la falla del rey, y cuatro o seis meses más tarde eran ya puntos resueltos para ambos padres el noviazgo y el consiguiente casorio. Baldomero era un gallardo mancebo, pero
libertino y seductor de oficio.
Ricardo Palma
En paridad de verdad, fue para Elvirita para quien un coplero, entre
libertino y devoto, escribió esta redondilla: ::«Mis ojos fueron testigos ::que te vieron persignar.
Ricardo Palma
Mauro Cordato, que hasta entonces se había creído sultán de gallinero, empezaba a llamar al diablo en su ayuda. Había el
libertino puesto en juego todo su arsenal de ardides, y siempre estérilmente Y su pasión crecía de minuto en minuto.
Ricardo Palma
Al fin, éste se decidió a escribir a Baldomero pidiéndole explicaciones sobre lo extraño de su conducta, y el atolondrado
libertino tuvo el cruel cinismo y la cobarde indignidad de contestar al billete del agraviado padre con una carta en la que se leían estas abominables palabras: Esposa adúltera sería la que ha sido hija liviana .
Ricardo Palma
Si en vez de mandar Espartero tuviésemos rey y religión como es debido, don Pedro del Morrión sería ahorcado por sedicioso; pero en los tiempos que corren, ese
libertino cobra el barato en Marineda.
Emilia Pardo Bazán