Al fondo de ese gran aposento, se alzaba el trono de Poseidón. Una especie de madera color ladrillo delineaba con majestuosidad el gran sillón imperial del Señor de los Océanos.
Como los verdaderos trágicos amores… Cinco enormes y altísimas torres de ladrillo se levantaban sobre un cerrillo que hacían ver más gigantesco de lo que era, al legendario Castillo de las Maravillas.
Hasta los cocodrilos se espantaron. Cuando vio la casa de ladrillo de mi padrino, quiso tirarla. Sidra, mi perrito ladrador, lo detuvo entonces con sus ladridos y a pedradas lo hicimos correr como en el hipódromo.
Así estuvieron sentados aguardando en reposo, como meditando, un gran rato de siglos hasta que el cielo comenzó a ponerse de un color ladrillo tan intenso que parecía volverse llamaradas y en todas partes se esparció la luz de la aurora.
Habían logrado hacerla ya tan alta, que las nubes impedían en ocasiones, ver donde terminaba y como la iban pintando del color solar, el color del ladrillo, una matiz del anaranjado, como el del crepúsculo, asemejaba un enorme rayo de sol que se extendiera al tocar el suelo.
Estiraba la mano hasta tocar los muros. Mimaba los cercos de Fontgibell, ladrillo, tuna y piedras que para él cantaban. Desfiló cuanto existía entonces; la plaza con sólo un ombú en el rincón norteño, frente a la arcada de los fondos de Marexiano, por donde se colaba en las noches Retentén para dormir vestido sobre una pila de cueros; el circo Olímpico, donde el inglés don Pablo repetía incansablemente su pantomima de “los dos toneleros burlados y el ladrón sutil”; el frontón en que, zaguero sin izquierda, maravillaba el vasco Ereño con la sotana recogida hasta la cintura; la mesa del “Café de los Federales” donde conoció a Lavalleja.
Levantó una cortinilla y entró a una pequeña habitación donde había un pequeño operario dormido. De allí pasó al jardín; una escalerilla de
ladrillo, sin pasamano, conducía a la casa de Gannan, el platero.
Roberto Arlt
Dificulto que en todo el Maghreb pudiera encon- trarse un desarrapado más hilachoso que éste. Tieso junto al pilar de
ladrillo de la puerta de Bab el Estha, vociferó nuevamente: -¿Es de noche o es de día?...
Roberto Arlt
El objetivo es dotar del mismo grado de protección a todos los trabajadores lo que ayudaría a que la economía fuese más productiva, podría facilitar la transición hacia un modelo productivo menos basado en la hostelería y el ladrillo.
No tenemos que echar garabatos y andar actuando mal con nuestras palabras. No necesitamos ningún ladrillo o botellas de vidrio; no necesitamos ninguna bomba molotov.
ara no dejar en pie ningún ladrillo que no sea peronista Buenos Aires, 1 de mayo de 1952 Mis queridos descamisados, otra vez estamos aquí reunidos los trabajadores del pueblo, las mujeres del pueblo; otra vez estamos los descamisados del pueblo en esta plaza histórica del 17 de octubre de 1945 para decirle y darle las respuestas al líder del pueblo, que hoy dijo "Quienes quieran oír que oigan, quienes quieran seguir que sigan".
Ese día yo, mi general, yo saldré con las mujeres del pueblo, y yo saldré descamisados de la patria, muerta o viva, para no dejar en pie ningún ladrillo que no sea peronista.