Al desconocido, a medida que el Bellotero hablaba, habíasele ido poniendo lívido el semblante, y cuando aquél hubo dado fin a su pintoresca plática, exclamó con acento en que había puesto sus más roncas inflexiones la pena: -¡Jizo bien!
Berta, que ya se había lanzado corriendo a su vez al oír el angustioso llamado del padre, oyó el grito y respondió con otro. Pero al precipitarse en la cocina, Mazzini,
lívido como la muerte, se interpuso, conteniéndola: —¡No entres!
Horacio Quiroga
– ¿Y si no se pega? El mayor se quedó lívido al hacerse esta pregunta. Presa de un miedo indescriptible corrió a la mesa y acercó el espejo, no fuera a colocarse la nariz torcida.
Los gritos de adentro y el sinnúmero de caras que asoman sobre la borda mirando a los del bote que llega, le parecen el alma diabólica y multiforme de aquel monstruoso cuerpo en cuyos antros va a desaparecer, quizá para siempre, el hijo de su amor. El atezado rostro de tía Nisca se vuelve lívido.
La noticia de la «conversión» se había esparcido por el pueblo. Al llegar a su casa, el rostro
lívido de la madre hizo comprender a la hija que Sara, indiscreta, había hablado.
Emilia Pardo Bazán
Es el chico una criatura de once años, ojeroso, desvaído, casi
lívido; es una víctima de esta anemia tropical que ahora persiguen.
Tomás Carrasquilla
Siguió trinando dulcemente la guitarra, y Antonio, ya encaramado casi sin darse cuenta de ello en lo alto del muro, pudo comprender, lívido y descompuesto, que era, como antes sospechara, en sus cubriles donde resonaba el melancólico trinado.
Al lado de su cama estaba el pájaro roto. Por una ventana abierta entraba la luz de la luna sobre el pájaro roto, y el emperador mudo y
lívido.
José Martí
La pobre viuda tenía una fiebre muy alta y se ahogaba de fatiga. En su
lívido rostro se veía ya impresa la indeleble marca de la muerte.
Pedro Antonio de Alarcón
«Aquí es» pensé «donde me esperan, con la copa en la mano, los ojos brillantes y provocando al Destino, mis hombres de negocios.» Giré el picaporte y me encontré, directamente, en una sala donde el día caía desde lo alto, a través de la vidriera, lívido.
Más fácil nos sería ver a nuestro lado a un muerto que deja la tumba para acompañarnos que percibir el más leve cambio en el rastro
lívido de un film.
Horacio Quiroga
Los que se opongan a ellos, rompiendo las lazos de solidaridad que la naturaleza estableció entre los miembros de la especie, laboran en contra de sí mismos; hiriendo a los otros se hace imposible el bienestar, que no puede ser duradero ni cierto, en medio de una sociedad que duerme sobre espinas; de una sociedad donde el hambre pasea su rostro lívido frente a las puertas de los almacenes repletos...