Cuando a Orso le estorbaba un señor, le atraía, jurábale amistad, comulgaba con él -¡horrible sacrilegio!- de la misma hostia, le sentaba a su mesa..., y en mitad del banquete el convidado se levantaba con los ojos extraviados y espumeante la boca, volvía a caer retorciéndose..., mientras el anfitrión, con hipócrita solicitud, le palpaba para asegurarse de que el
hielo de la muerte corría ya por sus venas.
Emilia Pardo Bazán
El
hielo interior irradiaba hacia afuera, y todos los poros convertidos en agujas de
hielo erizadas, de lo que adquiría noción al mínimo roce con su ropa.
Horacio Quiroga
Cuando helaba más y nadie se atrevía a salir de sus alojamientos o si salía era muy abrigado, bien calzado y los pies envueltos en fieltro o en pieles de oveja, no dejaba de entrar y salir con la misma capa que tenía la costumbre de llevar, y con los pies descalzos marchaba más cómodamente sobre el hielo que nosotros que íbamos bien calzados, tanto, que los soldados le miraban con malos ojos, creyendo que los desafiaba.
eres hidra en Salomé, en Brenda panteón de bruma, tempestad blanca en Satzuma, en Semíramis carcoma, danza de vientre en Sodoma y páramo en Olaluma! Por tu amable y circunspecta perfidia y tu desparpajo,
hielo mi cuello en el tajo de tu traición circunspecta...
Julio Herrera y Reissig
Las hijas, levantándose los velos, se inclinaron hasta el suelo. Entró el anciano duende de Dovre con su corona de tarugos de
hielo duro y de abeto pulido.
Hans Christian Andersen
Sólo quisiera saber la forma de moverme de mi sitio; me gustaría darme un paseo. Sobre todo, patinar sobre el
hielo, como vi que hacían los niños.
Hans Christian Andersen
Media hora después recibía, llorando, la señora Micaela a su hija, que procuraba sonreír para tranquilizarla; el señor Toño el Chuchumeco y su hijo Juanón explicábanle momentos después lo ocurrido a la anciana, diciéndole: -Pos gracias a que pa dir a ea de los Frangullos, en lugar de tirar por la ermitica, se mos ocurrió tirar por la trocha de las chumberas, que si no quizás estaría allí la probe entoavía, y ya sin frío ni calentura, poique cuando mosotros llegamos estaba que parecía de hielo mesmamente.
¡Oh, cuántas veces una flor graciosa que al primer rayo matinal se abría, y gloria del vergel la proclamaba la turba de los hijos de la Aurora, y algún tierno amador la destinaba a morir perfumando el casto seno de la más bella y más feliz pastora!, ¡oh, cuántas veces mustia y desmayada no llega a ver el sol, que de improviso la abrasa el hielo, el viento la deshoja, o quizá hollada por la planta impura de una bestia feroz ve su hermosura!
6 Ahora que la ausencia está en reposo sin el sancto sanctorum del recuerdo me acobarda saber que ya no tengo ni un sollozo ni fuegos en mi infierno… Al vaso derramado no le importa… La gota se deshizo en su torrente y el vacío acumulado por el tiempo se hizo añicos con el cierzo… Soy tan solo una saudad de invierno que se marchita en su sofá de hielo.
El ánimo llega con la paciencia a despreciar el poder de los males; y si quisieres saber lo que él podía obrar en nosotros, considera las naciones donde ha puesto sus límites la paz romana: quiero decir los alemanes, y las demás gentes que andan vagantes en las riberas del Danubio, siempre los oprime un perpetuo invierno y un anublado cielo: y sustentándolos escasamente el estéril suelo, y defiéndense por las lluvias en chozas cubiertas de ramas y hojas; bailan sobre las lagunas endurecidas con el hielo, y para sustentarse cazan las fieras.
Si colores queréis, mirad al cielo: si llenar los espacios de armonía, si animar de los mármoles el hielo, de las obras de Dios alzad el velo, que Dios perfectas las produce y cría.
El tantán de los negros resonó a bordo del "Caballo Verde"; una luna perlática fosforeció en la inmensidad entre enormes estrellas rebosantes de temblorosas luces, y el noble anciano que en su juventud había sido un conspicuo bandido dijo, mientras vertía sobre el
hielo de su copa el oro de un whisky viejo: -Esta tarde me acordé de mi primer viaje al valle de Moka.
Roberto Arlt