¡Oh dulce abrazo! ¡Oh tez delicada! ¡Oh suavísimo hálito de mis hijos! Salid, salid; no puedo miraros más, que mis desdichas me agobian.
Únicamente la poesía puede alzarse también desde este aspecto hasta la altura de la filosofía, y no se apoya, como la retórica, en retazoS irónicos. Hay poemas antiguos y modernos que, en su totalidad, exhalan por doquier universalmente el divino hálito de la ironía.
El halo de espíritu que sobrerrodea el halo de agua de colores; la batalla de su seno, menos fragosa que la humana; el oleaje simultáneo de todo lo vivo, que va a parar, empujado por lo que no se ve, encabritándose y revolviéndose, allá en lo que no se sabe; la ley de la existencia, lógica en fuerza de ser incomprensible, que devasta sin acuerdo aparente mártires y villanos, y sorbe de un hálito...
Era la venganza social la que impulsaba a aquellas feroces mandíbulas, la que encarnizaba aquellos mordiscos hasta cruzar los colmillos, que hacían crujir las costillas delgadas de la mísera Gipsy. Y sólo cuando la dejaron ya por paquete sangriento, inerte, sin
hálito de vida, se acercaron, siniestros, a la tartera fatal.
Emilia Pardo Bazán
Y la parroquia misma, al sentirse patria de Damián, sentía ya vibrar por sus aires el soplo de la gloria, el
hálito de la santidad: sentíase la Padua chiquita.
Tomás Carrasquilla
Si su hálito llegara al arpa del poeta, si a mí, Señor, bajara tu espíritu inmortal, mi corazón henchido del fuego del profeta cantara, y no tuvieran sus cánticos igual.
Lo único que te pido, en cambio, es que seas un verdadero enamorado, porque el amor es más sabio que la filosofía, aunque ésta sea sabia; más fuerte que el poder, por fuerte que éste lo sea. Sus alas son color de fuego y su cuerpo color de llama; sus labios son dulces como la miel y su hálito es como el incienso.
Job 27 1 Y REASUMIO Job su discurso, y dijo: 2 Vive Dios, el cual ha apartado mi causa, Y el Omnipotente, que amargó el alma mía, 3 Que todo el tiempo que mi alma estuviere en mí, Y hubiere hálito de Dios en mis narices, 4 Mis labios no hablarán iniquidad, Ni mi lengua pronunciará engaño.
Te ha perdido la grandeza de tu alma. HIPÓLITO ¡Ay! ¡oh divino hálito perfumado! Aunque abrumado de males, te he percibido, y mi cuerpo se alivia.
De su engendradora boca celestial emanación, de su lenguaje viviente hálito generador, todo esto dijo la sabia palabra de bendición que de la alma Valentina el espíritu exhaló.
Mi mal es profiláctico; mi tiempo está medido; el día en que he nacido nací cadáver ya; mi madre al darme su hálito me dió su pobre vida, mi cuna suspendida sobre mi fosa está.
Sólo esto me proponía: verla, respirar su
hálito de ámbar, y que acaso nuestras manos se rozasen un momento al manejar las joyas...
Emilia Pardo Bazán