Al fondo, sobre una elevación de tres escalones, la barra de cinc, atestada de licores y de botellas con etiquetas coloreadas de legendarias marcas de vinos; allí dentro silbaba el gas alto y claro: la sala, en suma, si no más espaciosa y más limpia, de un tabernero de las afueras con una buena clientela, cuyo negocio iba bien.
Parte de tus problemas es ese gas y ese petróleo, vos lo sabés mejor que yo. El acuífero increíble del Amazonas, el acuífero guaraní, Ecuador también con sus riquezas.
Examinemos la obra social de las empresas: ¿En cuántos de los pueblos cercanos a las explotaciones petroleras hay un hospital, una escuela o un centro social, o una obra de aprovisionamiento o saneamiento de agua, o un campo deportivo, o una planta de luz, aunque fuera a base de los muchos millones de metros cúbicos del gas que desperdician las explotaciones?
Mientras bajaba hacia los bulevares, miraba sobre mi cabeza el río negro y lleno de estrellas recortado en el cielo por los tejados de la calle, que se curvaba y ondeaba como un auténtico torrente, un caudal rodante de astros. Todo se veía claro en el aire ligero, desde los planetas hasta las farolas de gas.
El Maroto penetró escoltado por su guardia pretoriana en la sala de juego, decorada con una larga mesa de pino cubierta por amplio y no muy flamante tapete verde; algunos cuadros en que se veían representadas algunas de las suertes más clásicas del toreo, alguna mesa pequeña para servir en ella lo que pedía a la distinguida concurrencia, una lámpara con varios mecheros de gas y algunas sillas de las de más humilde abolengo.
Y si yo fuera hombre de extender las manos y bendecir, todas las cosas y el despertar de la vida proseguirían su rutina iluminada, pero impregnadas de mí: ¡Tan fuerte es la expansión de la mente en un hombre de verdad! Desde esta altura y esta perfección radial me acuerdo de mis miserias y colapsos que me mantenían a ras de tierra, como un
gas.
Horacio Quiroga
Y el gas llameaba más fuerte, casi silbando en la alta sala; a través de los cristales rotos de las ojivas, el claro de luna deslumbraba, casi cegador; entonces, un horror me sobrecogía en medio de todos aquellos seres huecos, de vana apariencia de espectro, una horrible duda me oprimió el corazón ante todas aquellas máscaras vacías.
Había reaccionado de un modo increíble en aquel laboratorio perfectamente ordenado; sin sufrir ninguna modificación ni expeler ningún gas al ser calentada al carbón, mostrándose completamente negativa al ser tratada con bórax y revelándose absolutamente no volátil a cualquier temperatura, incluyendo la del soplete de oxihidrógeno.
El Toneles cogió por el brazo a Matita de Poleo, llevóselo a un extremo, solitario a la sazón y espléndidamente iluminado por un mechero de gas, y púsose a contemplarlo detenidamente y con expresión complacida.
¡Cuán poco se necesita a veces para decidir de un destino: a la altura henchida, tranquila y eficiente, o a ras del suelo como un
gas!
Horacio Quiroga
Solos, dos agentes de policía paseaban cerca de la parada de coches de caballos y, por la calzada iluminada apenas por las farolas de gas que parecían moribundas, una hilera de vehículos cargados con legumbres se dirigía hacia el mercado de Les Halles.
Yo fui ese
gas. Ahora soy lo que soy, y vuelvo a casa despacio y maravillado. He tomado el café con mi hija en las rodillas, y en una actitud que ha sorprendido a mi mujer.
Horacio Quiroga