astor eres, y Dios su grey te encarga da ese nombre fiero y de tal celo, ara que rujas y la mano extiendas e suerte que de lobos la defiendas.
El fraile se puso en pie: Tenía el aspecto fiero de un ogro, y a mí me divertía al igual que los ogros de los cuentos: —¿Cómo he recibido esta herida?...
Entonces el caballero Volvió á su gente y la dijo: «Volverme á Alcantara quiero, »Dejad que ese monstruo fiero »Viva en nombre de mi hijo.
Se arrojó
fiero, loco, a recoger al niño, que yacía de bruces, la cara contra la hierba de la cuneta; le llamó con nombres amantes, le acarició...
Emilia Pardo Bazán
Como sintió que me había dado, según yo debía hacer gran sentimiento con el fiero golpe, contaba el que se había llegado a mí y dándome grandes voces, llamándome, procuro recordarme.
Por la calle que va derecha al puente de San Miguel, tan populosa y llena, corre el fiero pagano incontinente agitando su espada sarracena: no mira si es señor o si criado, si es justo o si rendido ante el pecado.
Y no penséis que el mar os da frontera infranqueable para el moro fiero; pues si otras veces ya, saliendo fuera de Abila y Calpe a mar que es extranjero, rapiña han hecho por las islas vuestras, ¿qué harán ya dueños de las tierras nuestras?
60 y hallando que es otro amor, aunque yo no sé de quién, sintiendo más que el desdén que otro gozase el favor —que como este fiero engaño es envidioso veneno, se siente el provecho ajeno mucho más que el propio daño—; sobornando —¡oh vil costumbre que así la razón estraga, ........
Tú, sé feliz, y goza ya, segura de sobresalto fiero, inefable delicia en el cariño de este precioso niño, primera prenda de tu amor primero.
55 Tú al fiero joven en las manos una florida chiquilla, tú mismo, le das, del regazo de la madre suya, oh Himeneo Himen, oh Himen Himeneo.
Perdió pronto su hieratismo, e inclinándose hacia mí con un arranque fiero, apasionado, clamó: —Cuenta tus ingratitudes: ¡Porque esas son mis penas!
No es raro, pues, que el buen Reinaldo fiero deshaga, abata y raje al que allí embista; que nadie allí de espada más se abriga, que de hoz cebada o de tormenta espiga.