- ¡Cómo! -dijo el segador, sin comprender que hubiese
desgracia más grande que dejar sin pan a sus hijos-. - ¡Estás en poder de Parrón!
Pedro Antonio de Alarcón
Ante esta fundada esperanza que, por desgracia, ha sido ilusoria, todas las impaciencias se moderaron, todas las aspiraciones fueron aplazadas y nadie pensó más que en olvidar agravios y resentimientos, en estañar las heridas de lsa anteriores disidencias y en reanudar los lazos de unión entre todos los mexicanos.
Era tan extraordinaria y prodigiosa aquella emoción en un hombre como el Capitán Veneno, que Angustias, en medio de su horrible
desgracia, no pudo menos de significarle aprecio y gratitud, poniéndole una mano sobre el corazón...
Pedro Antonio de Alarcón
Como cuando en las abovedadas colmenas las abejas alimentan a los zánganos, siempre ocupados en miserables tareas –aquéllas durante todo el día hasta la puesta del sol diariamente se afanan y hacen blancos panales de miel, mientras ellos aguardando dentro, en los recubiertos panales, recogen en su vientre el esfuerzo ajeno-, así también desgracia para los hombres mortales hizo Zeus altitonante a las mujeres, siempre ocupadas en perniciosas tareas.
Pero él, papá, ¿qué me daba en cambio, si no era la
desgracia de amar con todo mi ser sabiéndome amada, y condenada a no asomarme siquiera a la puerta para verlo un instante?
Horacio Quiroga
Tras él, el padre no ha oído un ruido, no ha visto un pájaro, no ha cruzado el abra una sola persona a anunciarle que al cruzar un alambrado, una gran
desgracia...
Horacio Quiroga
Usté tiée una hija que es er delirio y yo tengo veinte y tres años, soy güérfano de padre y madre, no tengo oficio, pero si tengo un cortijo que me renta tres mil púas y la mar de codornices, y además jace cosa de dos meses tuve la desgracia o la fortuna de trompezarme en ca de la Llorona a su hija de usté, y desde punto y hora en que la vi se me aflojaron las coyunturas y me quedé tonto, pero que tonto der to, y como ya jace dos meses que no vivo, y como yo voy por la de en medio, pos esta mañana que me alevanté trempano me dije yo mirando hacia el suelo y rascándome el cogote: «Esto no puée seguir asín, Antoñuelo.
Una vez fui a parar a manos de una mujer vieja y pobre, en pago de su duro trabajo del día; y ella no encontraba medio de sacudírseme; nadie quería aceptarme, era una verdadera
desgracia para la pobre.
Hans Christian Andersen
Llamaron a la puerta días difíciles, días de prueba; arremetió la
desgracia; a grandes oleadas irrumpió en aquella casa, otrora tan próspera.
Hans Christian Andersen
Para prevenir semejantes desastres, jefes respetables rodeados de la gratitud nacional ocurrieron oportunamente á los medios suaves de la insinuación: escritores sabios é imparciales han declamado contra los abusos, pero sus votos por desgracia se han desatendido y el clamor general no ha podido vencer la barrera impenetrable que forman regularmente los aduladores al derredor de los gobernantes.
La nueva
desgracia que se ha buscado mi incorregible y muy amado pariente don Jorge de Córdoba, a quien nadie mandaba echar su cuarto a espadas en el jaleo de ayer tarde (pues que está de reemplazo, segun costumbre, y ya podría haber escarmentado de meterse en libros de caballerías), es cosa que tiene facilísimo remedio, o que lo tuvo, felizmente en el momento oportuno, gracias al heroísmo de esta gallarda señorita, a los caritativos sentimientos de mi señora la generala Barbastro, condesa de Santurce, a la pericia del digno doctor en medicina y cirugía, señor Sánchez, cuya fama érame conocida hace muchos años, y al celo de esta diligente servidora...
Pedro Antonio de Alarcón
Pues si alguien, víctima de una desgracia, con el alma recién desgarrada se consume afligido en su corazón, después de que un aedo servidor de las Musas cante las gestas de los antiguos y ensalce a los felices dioses que habitan el Olimpo, al punto se olvida aquél de sus penas y ya no se acuerda de ninguna desgracia.