¡Los facciosos fusilan ahora siempre a los prisioneros; ni más ni menos que nosotros! Así amaneció el día siguiente. Un
Capellán entró en mi prisión. Todos mis compañeros dormían.
Pedro Antonio de Alarcón
La Reina tendrá de viudedad 400.000 pesos fuertes, que se pagarán del tesoro de la Corona. Art. 25. Los jefes de la Casa Real serán seis, a saber: Un capellán mayor. Un mayordomo mayor. Un camarero mayor.
A que dicho Alférez Real respondió que esa era su obligación, como (de) todos los de este Cabildo, y que en esta conformidad daban los votos siguientes: El primero dio su voto el dicho Alférez Real, por Alcalde Ordinario de Primer Voto, al General Don Juan Bautista de Bardaxí y Ascón, Corregidor y Justicia Mayor que fue de esta dicha Ciudad, en cuyo tiempo obró cumpliendo con las obligaciones de su persona, y por Alcalde de Segundo Voto al Capitán Don Francisco de Riofrío y Peralta, con la alternativa que es costumbre en esta Ciudad; por Procurador General y Mayordomo de la Ciudad, al Alférez Don Sebastián Arcentales, y por Mayordomo del Hospital Real de esta Ciudad, al Maestro Don Mateo de Neira y Cevallos, Capellán dél.
La lógica lo dice y puesto que el tráfico marítimo era con nosotros mucho más intenso además de más antiguo, corresponde suponer que la anotación del buen Capellán también pudo referirse a Montevideo o Buenos Aires y para época por cierto anterior a 1810.
Excedían de cuarenta las familias que, en la ciudad, gozaban de tal privilegio, y que, por ende, tenían
capellán y confesor propio, decentemente rentado.
Ricardo Palma
23.- En Sevilla: Capellán de la Casa, Juez, Oficiales, Juez Acesor, Fiscal, Escribanos, Alguacil, Alcaide de la Cárcel y Casa, Porteros, Procuradores, Oficial para pesar el oro, Oficial de la Casa para lo que toca al Consulado, Juez de Averías, Escribano de Averías, Receptor de Averías, Catedrático, Piloto Mayor y Examinador de Pilotos, Piloto de Cartas de marcar, Visitador de Navíos, Proveedor de Armadas, Polvorista.
Con el diablo no sirven valentías. Hasta aquí llega el montero con su ballesta; de aquí en adelante, que pruebe a pasar el
capellán con su hisopo.
Gustavo Adolfo Bécquer
Escribíale, pues, en vista de esto, el aprovechado clérigo catalán: «Muy señor mío: Con respecto a la cuenta que de la citada peseta tenemos pendiente, he discurrido que por el presente aviso puede echarla en el cepillo de ánimas de la iglesia de ese pueblo, pues yo ya la he sacado del de ésta a buena cuenta; y en paz. Con lo cual queda de usted su afectísimo
capellán el cura de...».
Mariano José de Larra
La culpa de semejante caso teníala el
capellán, su ocurrencia de largarse a Compostela a consultar con el sapientísimo médico Varela de Montes...
Emilia Pardo Bazán
En el oratorio de la casa de la novia se adornaba el altar con profusión de flores y de luces, y á las ocho en punto de la noche efectuaba la nupcial ceremonia un canónigo de la Catedral, el prior de alguna de las comunidades, ó el capellán de la familia, cuando no era cleriguillo de misa y olla, salvo las rarísimas ocasiones en que el arzobispo santificaba la unión.
En la tarde del 8 de Septiembre, día en que medio Lima concurría á las fiestas que se efectuaban en homenaje á la Virgen de Cocharcas, fiestas que, después de la solemne misa y procesión, concluían con opíparo banquete dado en el con- ventillo por el canónigo capellán, lidia de toretes, jugada de gallos, maroma y castillitos de fuego, entró á la picantería una negra que llevaba en brazos una preciosa niña, de raza blan- ca, y que revelaba tener nueve ó diez meses de nacida.
El más notable entre ellos fué fray Félix Aldao, de la orden de la Merced, capellán de un iiegi- miento, que, sable en mano, se metía siempre en lo más reñido del combate.