Y hecho su sermón y despedido desde el púlpito, ya que se quería abajar, llamó al escribano y a mí, que iba cargado con unas alforjas, e hízonos llegar al primer escalón, y tomó al alguacil las que en las manos llevaba y las que no tenía en las alforjas, púsolas junto a sus pies, y tornóse a poner en el púlpito con cara alegre y arrojar desde allí de diez en diez y de veinte en veinte de sus bulas hacia todas partes, diciendo: “Hermanos míos, tomad, tomad de las gracias que Dios os envía hasta vuestras casas, y no os duela, pues es obra tan pía la redención de los captivos cristianos que están en tierra de moros.
De igual modo, si en sus mutuas y largas andanzas por el monte o el río, Subercasaux debía alejarse minutos u horas, ellos improvisaban enseguida un juego, y lo aguardaban indefectiblemente en el mismo lugar, pagando así, con ciega y
alegre obediencia, la confianza que en ellos depositaba su padre.
Horacio Quiroga
Recordó su sana juventud en el bosque, la
alegre Nochebuena y los ratoncillos que tan a gusto habían escuchado el cuento de Klumpe-Dumpe.
Hans Christian Andersen
Entonces se despertó: el
alegre cuadro se había desvanecido; su padre yacía en el lecho, muerto y frío, y no había nadie en la estancia.
Hans Christian Andersen
Entretanto, el pajarillo cantaba su
alegre canción, y abajo en la calle todo el mundo iba y venía, pensando cada cual en sus problemas o en nada.
Hans Christian Andersen
Los dos tenían rojas las caras, y el más pequeño de sus nietos bailaba a su alrededor, gritando,
alegre, que habría cena de fiesta: comerían patatas calientes.
Hans Christian Andersen
A Juan no le preocupó ni por un momento la idea de cómo marcharían las cosas; antes bien, estaba
alegre, pensando tan sólo en la bella princesa, seguro de que Dios le ayudaría; de qué manera, lo ignoraba, y prefería no pensar en ello.
Hans Christian Andersen
Y como la cosa tiene fecha, tal vez su espíritu se habrá serenado y hasta regocijado, y el desconocido artista sea ahora un viejo muy gordo y muy
alegre....
Pedro Antonio de Alarcón
Era el obispo de Auriabella -que poco después falleció y ya estaba bastante enfermo del corazón- un señor bondadoso, lleno de unción y de dulzura, de esos que todo lo gastan en caridades; un verdadero pastor, humilde con dignidad, y
alegre y chancero de puro limpia que tenía la conciencia; pero al venir a Illaos bajo la impresión de un hecho tan solemne, se encontraba muy conmovido; traía los ojos humedecidos, la respiración cortada y fatigosa, y aún parece que le estoy viendo en el momento en que, al divisar la choza de Juan del Aguardiente, saltó aprisa del caballejo que le habíamos proporcionado, se descubrió y se inclinó hasta el suelo ante los padres del confesor de Jesucristo...
Emilia Pardo Bazán
Agatón se levantaba para sentarse al lado de Sócrates, cuando un alegre tropel se presentó ante la puerta en el preciso momento en que uno de los convidados se disponía a salir.
-Sus diré; a mí la cara de la Rosarillo me marnetiza, pero me desmarnetizo cuando veo lo alegre de ojos que es con toitos los hombres de güen ver y de güen empaque, y me pongo a echar la cuenta de los guantazos que voy a tener que dar por mor de ella y ná que me parece a mí que si me caso con ella se me va a gastar el pulpejo.
Después había notado el Cachete un cambio brusco en su conducta: la Gorgoritos estaba alegre, brillábanle los negrísimos ojos como en los días más felices, como en los días aquellos en que él cantábale sus amores en murcianas y soleares en el hondilón del Canela; además, procuraba acercársele lo menos posible; siempre tenía un motivo para justificar su alejamiento; era mucho lo que tenía que hacer; la pólvora íbase acabando de modo alarmante; ya las reservas estaban casi todas en casa del boticario; además, las cuatro joyas de alguna valía estaban a buen recaudo en casa de agüelito y pronto, de seguir la cosa como iba, tendrían que irse el uno al hospital y la otra a que le diera el relente en Martiricos.