El análisis histórico es también en cierto modo trabajo de laboratorio y si de sus oficinas no fluyen los olores penetrantes y agrios que caracterizan a las que manipulan con ingredientes y sustancias químicas, salen otras emanaciones que no hieren en seguida el olfato, pero a la larga son no menos insoportables porque producen sopor, cansancio y fastidio… Porque a pesar de “laboratoristas”, no se nos oculta esa verdad y tratamos – en lo posible – de contemplarla y porque carecemos además del instrumento adecuado – que quizás exista – para realizar con elementos y motivos de prosaico análisis, variaciones de oratoria atractiva y musical o severa y de aires filosóficos, renunciamos en parte a nuestra primitiva y excesiva aspiración.
Hay un mundo, con sus casas de cantería y libertad señorial, del Norte de Schenectady a la estación zancuda y lúgubre del Sur de Petersburg, del pueblo limpio e interesado del Norte, a la tienda de holgazanes, sentados en el coro de barriles, de los pueblos coléricos, paupérrimos, descascarados, agrios, grises, del Sur.
Y sin siquiera alcanzar a renacerse en versos cesa la caminata de los besos en la esquina de un espacio lánguido que se desliza remordiendo el humo de nuestros yermos
agrios en odios húmedos.
Antonio Domínguez Hidalgo
-¿Que qué voy a conseguir? Pos quitarme un poco los agrios. ¿Te parece a ti bien lo que jace ese gachó conmigo, cuando sabe que la Veterana es la que a mí me mete cuatro ochavos en el bolsillo?
Pero al volver rico y triunfante para su castillo, en los agrios cerros y en el espeso bosque de encinas que hay entre Pinos y Alcalá, cayó en una celada que los moros, más de mil en número, le habían preparado, y allí murió combatiendo heroicamente contra ellos.
Angustias y su madre, al ver derrotado a su enemigo, habían procurado dos o tres veces llamarle la atención, a fin de calmarlo o consolarlo con su mansa y benévola actitud, pero él les había contestado por medio de rápidos y
agrios gestos, muy parecidos a juramentos de venganza, tornando en seguida a su patriótica música con expresión más viva y ardorosa.
Pedro Antonio de Alarcón
Una alquería blanca, del cerro en la aromosa falda, era mi albergue, que ceñían en torno un huerto al pie y dos parras por guirnalda. Los que engendró en la fiebre del bochorno agrios frutos la tierra, eran a octubre miel sazonada y primoroso adorno.
Podemos mencionar, entre otros, los agrios artículos publicados por el polígrafo e historiador pamplonés Arturo Campión, singularmente “Sobre el nuevo bautizo del País Basko”, en la Revista Internacional de Estudios Vascos 1, 1907, págs.
canto flor y canto, Coatlicue madre me renaces desde tu muerte dadora de vida y soy tu espejo -Tezcatlipoca- y crezco a jades, -Huitzilopochtli- única probable huella de tus caminos truncos, -plumajes refractados- creación sin fin -Quetzalcoatl- sobre mictlanes
agrios, me identifico, única promesa ilusa de eternidad dialéctica.
Antonio Domínguez Hidalgo
-Pos lo remató diciéndome: «Yo soy el contrabandista de la potranquilla bien enseñá, y tan y mientras quiée cogérmela mi compañero, voy a ver si le cojo yo la suya, que es tamién una potranca de las que quitan los agrios.» -Pos no entiendo yo esas cositas -dijo zumbonamente el de los Velones.
Sangra un puñal asesino en la encrucijada obtusa; y cual Tornera Reclusa, abre –entre sordos cuidados– las puertas, con solapados llavero
agrios, la Intrusa!
Julio Herrera y Reissig
Lisonjean el apetito otras diversidades, especialmente la multitud de naranjos y limones, dulces, agridulces y agrios, sin que la naturaleza haya andado escasa de dejar de producir fresquísimas limas, toronjas y cidras; bien que, en lo que toca a los limones, no exceden a la magnitud de un huevo de gallina, que los distingue en esta desproporción a los de España, de que nuestras septentrionales regiones se hallan participantes con abundancia; como de otros óptimos frutos de la Iberia, Galia y Lusitania.