Yo me percataba de ello, y no sentía ya temor, pero, sí curiosidad. Deseaba ver qué castigo se imponía: ¿abstinencia o alguna buena obra?
Según esto, no es de provecho la inocencia ajustada con las leyes, ni la antigua frugalidad, no la potencia de grande felicidad, no la observada abstinencia, no el sincero y puro amor de las letras, ni la conciencia limpia de toda mancha.» Llora Polibio, y advertido con la muerte de un hermano de lo que puede temer en los demás, viene a tener temor en lo mismo que es el consuelo de su dolor.
Los abastecedores, por otra parte, buenos federales, y por lo mismo buenos católicos, sabiendo que el pueblo de Buenos Aires atesora una docilidad singular para someterse a toda especie de mandamiento, sólo traen en días cuaresmales al matadero, los novillos necesarios para el sustento de los niños y de los enfermos dispensados de la
abstinencia por la Bula y no con el ánimo de que se harten algunos herejotes, que no faltan, dispuestos siempre a violar las mandamientos carnificinos de la Iglesia, y a contaminar la sociedad con el mal ejemplo.
Esteban Echeverría
Estábamos, a más, en cuaresma, época en que escasea la carne en Buenos Aires, porque la Iglesia, adoptando el precepto de Epicteto, sustine, abstine (sufre, abstente), ordena vigilia y
abstinencia a los estómagos de los fieles, a causa de que la carne es pecaminosa, y, como dice el proverbio, busca a la carne.
Esteban Echeverría
La
abstinencia de carne era general en el pueblo, que nunca se hizo más digno de la bendición de la Iglesia, y así fue que llovieron sobre él millones y millones de indulgencias plenarias.
Esteban Echeverría
"¿Puedes explicar por qué se aplicaba un nombre tan extraordinariamente inapropiado como exceso de producción a una situación que sería descrita mejor como hambruna; por qué se decía que resultaba del exceso cuando era obviamente consecuencia de la abstinencia forzada?
Y yo me desesperaba y lloraba viendo que si me privaban de lo más noble de mi ser, moriría. Imaginé, pues, condenarme a prolongada abstinencia o a despeñarme de una roca.
Cogiome por la brida y me hizo tender cómodamente, según había yo ya aprendido, cosa para mí nada nueva ni difícil, sobre todo al hallarme después de prolongada abstinencia en los apasionados brazos de tan hermosa mujer.
La primera cosa de que se informó era de si había cumplido exactamente la abstinencia de abluciones que me había prescrito; le aseguré que sí y, para convencerse de ello, empezó por aplicarme un beso en los labios que sin duda lo satisfizo, pues subimos, y yo sabía que si al darme aquel beso, estando yo en ayunas, hubiese reconocido el empleo de alguna limpieza, no hubiera querido consumar el encuentro.
La segunda: acerca del beber paresce más cómoda la abstinencia, que no acerca el comer del pan; por tanto, se debe mucho mirar lo que hace provecho, para admitir y lo que hace daño, para lanzallo.
Sin embargo, la abstinencia de que hemos hablado, los apuros, el ir á remolque y la vergüenza del atraso y de la inferioridad, no dejan de ser rudo castigo.
Por un lado dos muchachos se adiestraban en el manejo del cuchillo tirándose horrendos tajos y reveses; por otro cuatro ya adolescentes ventilaban a cuchilladas el derecho a una tripa gorda y un mondongo que habían robado a un carnicero; y no de ellos distante, porción de perros flacos ya de la forzosa
abstinencia, empleaban el mismo medio para saber quién se llevaría un hígado envuelto en barro.
Esteban Echeverría