Le vamos a poner nuestro nombre y nuestro rostro el de cada uno de ustedes, el de nosotros como pueblos indios, el de todos los indígenas de este país, el de los pequeños comerciantes, el de las mujeres, el de los jóvenes, los estudiantes, los maestros los trabajadores, del campo, de la ciudad, de los ancianos y no va a pasar las estas generaciones, las que ahora dolemos este país, no van a desaparecer, hasta que desaparezca el sistema que nos tiene así, el sistema capitalista, se va a ir y se va a acabar aquí, en México y un día nos vamos a reunir otra vez aquí en el zócalo y va a sr otra voz la que nos convoque...
El pueblo no se equivoca, señores de Acción Nacional, y el viernes tres de septiembre más de un millón de mexicanos, en manifestación espontánea, fueron hasta el zócalo de la Ciudad de México, a expresar su apoyo a las medidas que se acababan de tomar y demostrar así su fe en México.
También pertenecen al Estado de Honduras y están sujetos a su jurisdicción y control, el subsuelo, el espacio aéreo, el mar territorial en una extensión de doce millas náuticas y el lecho y el subsuelo de la plataforma submarina, zócalo continental e insular, y otras áreas submarinas adyacentes a su territorio fuera de la zona del mar territorial y hasta una profundidad de doscientos metros o hasta donde la profundidad de las aguas suprayacentes, más allá de este límite, permita la explotación de los recursos naturales del lecho y del subsuelo.
Venía en el fondo de la lancha. Un hombre de pie sobre él era pequeña figura para el grueso
zócalo. Era algo como todos los prosaísmos de la importación envueltos en lona y fajados con correas de hierro.
Rubén Darío
Discurso de Heberto Castillo pronunciado el 27 de Agosto de 1968 en el Zócalo de la Ciudad de México. 27 de Agosto de 1968 Nos encontramos aquí en la Plaza de la Constitución, después de pasear nuestras convicciones por las calles de México.
Y fue, como suele decirse, peor que la enfermedad el remedio, porque las suelas remedaban un
zócalo ridículo y hacían embarazoso y torpe el andar del rey, que parecía ir en zancos; mientras que la tiara, agobiándole con su peso, le obligaba a inclinar la cabeza, y en la sombra adquiría formas extrañas, provocantes a risa.
Emilia Pardo Bazán
Y el dominio, también pleno, inalienables e imprescriptibles sobre todas las riquezas que existen o puedan existir en su plataforma submarina o zócalo continental e insular, en sus capas inferiores y el espacio de mar comprendido dentro de los planos verticales levantados en sus linderos».
Anacrónicamente, absurdamente, a tu nopal inclínase el rosal; al idioma del blanco, tú lo imantas y es surtidor de católica fuente que de responsos llena el victorial
zócalo de ceniza de tus plantas.
Ramón López Velarde
También pertenecen al Estado de Honduras y están sujetos a su jurisdicción y control: el subsuelo, el espacio aéreo, la estratosfera, el mar territorial, y el lecho y el subsuelo de la plataforma submarina, zócalo continental e insular y otras áreas submarinas adyacentes a su territorio fuera de la zona del mar territorial y hasta una profundidad de doscientos metros o hasta donde la profundidad de las aguas suprayacentes, más allá de este límite, permita la explotación de los recursos naturales del lecho y del subsuelo.
Quizás, la excepción podría ser, en el caso del Perú, la Ley de Petróleo (N° 11780 de 12 de marzo de 1952), que estableció como límite externo para el ejercicio de las competencias del Estado en el zócalo continental, "una línea imaginaria trazada mar afuera a una distancia constante de 200 millas".
Artículo 6.- El Estado ejerce la soberanía completa y exclusiva en el espacio aéreo de su territorio, en sus aguas territoriales en una distancia de doce millas a partir de la línea de baja mar a lo largo de sus costas, en su plataforma continental y en su zócalo insular de acuerdo con los principios del Derecho Internacional.
Emma se mordió los labios, y una oleada de sangre le corrió bajo la piel, que se volvió completamente sonrosada, desde la raíz de los cabellos hasta el borde de su cuello de encaje. Permanecía de pie, apoyando el hombro en el zócalo de madera.