Hay hombres que tienen por oficio ir a caballo a jerretar ganado alzado para sacar el sebo y lardo de él. No hay yeguadas ni cría de mulas; solamente el Convento de la Merced tiene una manada de yeguas que andan alzadas.
Bella de honda poesía, suave de inmensidad serena, de extensa melancolía y de grave silencio plena; o bajo el escudo del sol y la gracia matutina, sonora de la pastoral diana de cuerno, caracol y tuba de la vacada; o del grito de la triunfal máquina de la ferro-vía; o del volar del automóvil que pasa quemando leguas, o de las voces del gauchaje, o del resonar salvaje del tropel de potros y
yeguas.
Rubén Darío
Anhelaba volver a ver sus praderías, donde pastaban en libertad peludas
yeguas y potrillos retozones; sus sembrados, en que antaño hincó el arado para dar ejemplo de cómo se trabajaba el pan; sus árboles, donde los pájaros anidaban; su escuela, en que se daba enseñanza renovadora, según él creía firmemente; su morada pacífica, familiar, de donde estuvo proscrito el lujo, donde la frugalidad y la modestia prestaron nuevo sabor a la taza de té y a la popular «kalatcha»...
Emilia Pardo Bazán
"Hanme certificado que de una hanega (fanega) de maíz cogen ducientas y quedo corto, porque pasan de trescientos, sustento general de estos Reinos, así para los naturales como para los españoles; pero, como importa más el trabajo de un indio ocuparle en la labor de las minas, no se dan a la agricultura, porque sustenta esta ciudad (Loja) y la de Cuenca (a) Zaruma, y que casi están a una distancia, de quesos, tocino y otras cosas para la vida humana, con gran abundancia, de que hay gran cosecha en los dos lugares y en éste, en que se siembra y coge todos los meses trigo y cebada, escogido grano……" Lo que no necesitaba comprar el minero eran los animales. Había en gran suma vacas y yeguas, ovejas y carneros.
Sin embargo, estos mismos animales que le prestan invalorables servicios en los viajes y las guerras, también son su principal fuente de alimento, sobre todo “los caballos y los mulos inservibles para andar y para la carga, y las más de las veces las yeguas, que mucho abundan”.
Como dieron la vuelta el capitán Juan Baptista de Pastene, mi teniente, por la mar, y mi maestre de campo por la tierra de donde los había enviado, y que los indios comenzaban a asentar y sembrar, por poder ir yo adelante a buscar de dar de comer a doscientos hombres que tengo, que en lo repartido a esta cibdad, que es de aquí hasta Mauli, no hay para veinte y cinco vecinos, y es mucho, porque son treinta leguas en largo y catorce o quince en ancho, y porque me puedan venir caballos y yeguas para la gente que tengo...
Y tomada la relación, les daré sus cédulas, como he hecho aquí, y dejaré reformada aquella cibdad, por estar a punto para, en llegando el mes de enero del año que viene de quinientos e cincuenta y dos, pasar con la gente que pudiere -porque ya me han venido con estos navíos casi cient hombres, y remediádose muchos de potros, que ya hay en la tierra, y yeguas-, otras veinte leguas adelante, hasta otro río que se llama de Valdivia, e le pusieron este nombre las personas que envié a descubrir por mar aquella costa seis años ha, y poblaré otra cibdad y efectuaré en ella y en su perpetuación lo que en las demás, dándome Dios vid.
Artículo 5º - El Gobierno Nacional acuerda á los dos Caciques principales arriba mencionados, para repartir entre todos los Caciques, Capitanejos y tribus que comprende este tratado (2.000) dos mil yeguas cada tres meses para su subsistencia.
Glauco, hijo de Hipóloco y príncipe de los licios, arrojó en la reñida pelea un dardo a Ifínoo Dexíada cuando subía al carro de corredoras
yeguas, y le acertó en la espalda: Ifínoo cayó al suelo y sus miembros se relajaron.
Homero
-dijo Fortunato; y viendo que cuatro yeguas, ahora, iban trotando entre los rieles, como arreadas por la máquina, sin que se les ocurriese bajar del terraplén, se agitaba el hombre, se desesperaba, gritándoles que no fueran zonzas, hasta que también cayó una víctima del apuro humano.
MÁLAGA: NORTE O ANTEQUERA: Alameda, Alfarnate, Alfarnatejo, Almargen, Antequera, Archidona, Ardales, Campillos, Cañete la Real, Casabermeja, Colmenar, Cuevas Bajas, Cuevas del Becerro, Cuevas de San Marcos, Fuente de Piedra, Humilladero, Mollina, Ríogordo, Sierra de Yeguas, Teba, Villanueva de Algaidas, Villanueva del RosaRío, Villanueva del Trabuco, Villanueva de Tapia.
No fue vano el tiro, pues la broncínea lanza perforó las sienes a Democoonte, hijo bastardo de Príamo, que había venido de Abido, país de corredoras
yeguas: la oscuridad veló los ojos del guerrero, cayó éste con estrépito y sus armas resonaron.
Homero