-preguntole lleno de sorpresa el Viruta a su compadre, el cual, sonriendo, le dijo: -Antes necesito yo que usté me diga si va usté a jacer u no toíto lo que yo mande.
Antoñuelo el Matraca arrojó una mirada sobre el grupo de hombres de pelo en pecho que presenciaba la subasta en casa del Viruta...
-Luego está usté enterao de lo que pasa y usté no me ha dicho naíta -dijo el Viruta con acento de reproche y posando una mirada agresiva en su compadre.
Y tan a gusto iban las Nenas, el Viruta y Joseíto el Barbero en el machito de su bienestar...
Ha dao la casualidá de que paece que se ha avisao media calle pa ponerse enfermo too el mundo, Tolete, con viruelas; tío Mocejón, con el muermo que le ajoga; Viruta, con una pata desbaratá; el Mordaguero, baldao de estribor...
Y momentos después salían del hondilón Antoñuelo y el de los Bigotes, dirigiéndose, cogidos del brazo, al saladero del Viruta, donde aguardaban al segundo, ya impacientes, los más caracterizados de los prohombres de pelo en pecho del barrio de La Muñeca.
Recordaba lo que su madre había dicho acerca de la
viruta de la vela, y recordaba también las hermosas pompas de jabón, cada una de los cuales era un año -había dicho la mujer-, y ¡qué brillantes y ricas de colores!
Hans Christian Andersen
Y si Pepe tuvo que elevar, llenos de gratitud, sus ojos al Altísimo, no tuvieron motivos tampoco de queja las famosas Nenas ni Perico el Viruta, afortunado y legítimo poseedor de los hechizos de Clotilde, la mayor de aquéllas, que desde que abrieron por primera vez las puertas del establecimiento, no hubo en todo el barrio quien a él no concurriera a adquirir desde la perra de gordura, con que engrasan los mas humildes el miserable mendrugo, hasta el sabrosísimo filete, que de sabrosísimo lo calificamos por versiones llegadas hasta nosotros en el transcurso de nuestra frugalísima existencia.
Y al decir esto, el Viruta señalaba a la de los Lunares, que exclamó, mirando a aquél con los ojos graciosamente entornados: -¿A mí?
-Pero ¿usté cree -exclamó el Viruta con acento irritado -que puée aguantarse eso de que un gachó más o menos fino de talle venga y le ponga sitio al nío aonde tiée uno su paloma?
Y nada de extraño hubiera tenido que convirtiera en realidad sus tentaciones, porque con razón sobradísima habíale aquello hecho vislumbrar un horizonte risueño, un oasis en el desierto de sus inacabables angustias, que desde punto y hora en que se recrearon sus ojos en la contemplación de la nueva carnicería y, sobre todo, de las cuatro bellísimas carniceras, comprendió que pronto su barbería, hasta entonces humilde y solitaria, habíase de convertir en codiciado mirador y en irreemplazable apostadero de todos los que por aquel entonces suspiraban, más o menos descaradamente, por las tres Nenas solteras, y más o menos a hurtadillas por la legítima consorte de Periquito el Viruta...
-Totar -añadió el Viruta, mientras sus compañeros seguían asintiendo a cuanto él decía, moviendo la cabeza como caballitos amaestrados-, que nosotros dijimos lo que dijimos, y hemos apostao una convidá pa tos los que están allí, a que Rosario le quita los moños a la de Estepa en cuantico mueva un regatón y entorne un cliso, y large el primer púm...