De morado terciopelo y brocado de oro, sobre el arnés fúlgido, lleva
veste de ricas labores: efes de oro son y lises que deslumbran como soles, y de oro y morada seda lazos, borlas y cordones.
Ángel de Saavedra
El rey le dijo: «Valiente, por él te doy de rescate seis mil ducados de oro, y más, si en más lo estimares.» Y contestole el gallego: «Guardarele, que colgarle de mi emperador al cuello podré yo, temprano o tarde.» En esto llegaban otros soldados sin capitanes, con la victoria embriagados, cebados con el pillaje, y en su sagrada persona ponen sus manos rapaces; la
veste del rey desgarran, sus preseas se reparten, y le arrebatan del yelmo la bandereta y plumajes, que la codicia villana no guarda respeto a nadie.
Ángel de Saavedra
Si para ti de corazón no habían sido los matrimonios nuestros, porque te aterraban los preceptos de tu antiguo padre, aún y así, pudiste a vuestras sedes conducirme, 160 quien a ti con gozoso esfuerzo te sirviera como esclava tus cándidas plantas acariciando con claras linfas, o con purpúrea veste cubriendo el lecho tuyo.
¡Volad, volad con insaciable anhelo, Sol que iluminas con triunfal decoro, Luna que imperas en la niebla fría, por la carrera olímpica del cielo! ¡Astros, volad, como dispersa hueste de luminosos ángeles vencidos, que blanca sueltan la ondulante veste!
V Bendice, oh tú que por asirte luchas A la flotante fimbria de su
veste, Y por llegar al escabel sagrado Donde sus pies en el santuario asienta, El nombre del que ensalza a quien se abate, Y entre los serafines le numera.
Marcelino Menéndez y Pelayo
Tiende la vista Soberano digno, honra este suelo por momentos pocos, ve allí acampado cabe el ancho Río ese ejército grande; ve la
veste militar que los orna; ve el crecido número de estandartes y banderas; ve cual se puebla de ordenados tiros el aura conmovida; cual varían diestramente sus puestos al sonido del clarín y atambor.
Vicente López y Planes
DAFNIS Di, ¿por qué tiemblas, de mis ojos lumbre? DONCELLA La tierra mancha mi ligera
veste. DAFNIS Blando vellón sobre la tierra pongo.
Marcelino Menéndez y Pelayo
El lecho genital, empero, de la diosa, se coloca de las sedes en medio, el que, pulido con indo diente, teñida de róseo molusco, cubre una púrpura con fuco. Esta veste, con primitivas figuras de hombres variada, 50 de los héroes las virtudes indica con admirable arte.
¡Oh, celeste prodigio! De fulgores solares tejió el Supremo Numen su inmaculada veste. Sus senos palpitaban como tranquilos mares de pentélico mármol.
Mas este ni ve más que un desengaño, ni oye más que una solemne voz del cielo, o ya es un tronco que ni ve, ni oye, ni siente. Un su gentilhombre llega, notando que allí la muerte está bebiendo insaciable, y le tira de la
veste.
Ángel de Saavedra
2º 2º: Herodes, curioso, le preguntó largamente; y El ninguna cosa le respondía, aunque los escribas y sacerdotes le acusaban constantemente. 3º 3º: Herodes lo despreció con su exército, vestiéndole con una veste blanca.
En este día claro, en que descansa tu carne de quimeras y amoríos —así en amplio silencio se remansa el agua bullidora de los ríos—, no guardes en tu cofre la galana
veste dominical, el limpio traje, para llenar de lágrimas mañana la mustia seda y el marchito encaje, sino viste, Valcarce, dulce amigo, gala de fiesta para andar contigo.
Antonio Machado