Mi sorpresa ante el
vergel lleno de antiguos árboles y tan descuidado se aumentó al ver, dando la vuelta a las tapias, que la casa de la cual el huerto parecía depender estaba cerrada, empezando a hundirse su tejado y a soltarse sus ventanas de los goznes.
Emilia Pardo Bazán
Estando allí, el corcel que había dejado entre las densas ramas a la sombra, para huir se revuelve, amedrentado de no sé qué que en el vergel lo asombra; y tanto bate el mirto al que es ligado que el pie no avanza más la verde alfombra: las hojas caen, cuando aquel mirto bate, mas no ocurre que el ave se desate.
Pues porque ellos no vayan por el mundo pregonando una vida así lasciva, aquí y allá, por el vergel fecundo, transforma uno en abeto, otro en oliva, otro en palmera o cedro, otro al segundo en esto en que me ves a mí cautiva, otro en líquida fuente, alguno en fiera, según tome capricho esta hechicera.
Cuando al morir el día cruzo yo pensativo los jardines, estrella que me guía paréceme la flor de los jazmines; y el capullo de rosa que en el vergel descuella, como púdica virgen, ruborosa de que la llamen bella.
Abrigo den los valles a la sedienta caña; la manzana y la pera en la fresca montaña el cielo olviden de su madre España; adorne la ladera el cafetal; ampare a la tierna teobroma en la ribera la sombra maternal de su bucare; aquí el
vergel, allá la huerta ría...
Andrés Bello
Vamos a pasar una serie de montañas abruptas, y hasta áridas y peladas por lo menos en esta estación, pues en junio se cubren de terciopelo verde; pero el valle, que recoge todo el sol y toda el agua de las arroyadas del invierno, ¡es un
vergel, un paraíso!
Emilia Pardo Bazán
Yo me iba, mi madre, las rosas a coger, hallara la muerte dentro del
vergel. Yo me iba, madre, las rosas a cortar, hallara la muerte dentro del rosal.
Federico García Lorca
¡Si a veces imagino Que aún vuelve a mí la antigua primavera, Que auras del cielo infunden Nuevo y pujante retoñar de vida Al talado
vergel de mi esperanza, Y que del alma en el arcano centro, Por bosques frondosísimos de ideas, Torna a mover sus perezosas aguas La fuente del amor y la armonía!
Marcelino Menéndez y Pelayo
Su historia comenzó de un modo tan feliz y placentero, y, ¿qué ha sido de él? Abandonado y olvidado, un árbol de
vergel puesto junto al foso, al borde del campo y de la carretera.
Hans Christian Andersen
El aromo, la flor de narango, el paraíso, la acacia de los jardines, la rosa, el jazmín, la diamela, en fin, todas cuantas fragantes flores existen en el mundo, y necesitan la mano del hombre, y del hombre cultivador para vivir y producir, tienen vida, animación, procreación, en aquel vergel delicioso, sin más cuidado que el riego natural y permanente de sus correntosos ríos, la pureza del clima, y suaves y vivificadores rayos de un sol meridional.
En esta marea eterna de desdén y de cariño, mi amor, débil como un niño y cobarde como él, contrajo profunda, interna y letal melancolía: nostalgia que me impelía sin cesar a mi vergel.
Sintiéronse en el aire nuevos ruidos que, nuevas, le traían auras suaves, como en nuevo vergel las nuevas aves piar se sienten al hacer sus nidos.