Vosotros, hijos de la Revolución, venís a sacar a España de su tradicional abatimiento, a despreocuparla, a disipar las tinieblas religiosas, a mejorar sus anticuadas costumbres, a enseñarnos esas utilísimas e inconcusas «verdades de que no hay Dios, de que no hay otra vida, de que la penitencia, el ayuno, la castidad y demás virtudes católicas son quijotescas locuras, impropias de un pueblo civilizado, y de que Napoleón es el verdadero Mesías, el redentor de los pueblos, el amigo de la especie humana....» ¡Señores! ¡Viva el Emperador cuanto yo deseo que viva! - ¡Bravo,
vítor! -exclamaron los hombres del 2 de Mayo.
Pedro Antonio de Alarcón
No puede determinarse con fijeza la época en que nacieron en Lima los vítores; pero consta que, en el monasterio de las bernardas de la Trinidad, se cantaba en 1617: i Vítor la madre abadesa, modelo de santidad!
¡Vítor la lega y profesa I i Vítor la comunidad! Por real orden de 31 de Diciembre de 1786, comunicada al virrey Croix, se prohibieron los vítores en la elección de abadesa; pero maldito el caso qae de la regia prohibición hicieron las monjitas de Lima.
Estableciéronse la Real Audiencia del Cuzco y el tribunal de Minería, repobláronse los valles de
Vítor y Acobamba, y el ejemplar obispo Chávez de la Rosa fundó en Arequipa la famosa casa de huérfanos, que no pocos hombres ilustres ha dado después a la república.
Ricardo Palma
Sin embargo, no (jueremos dejar en el tintero un par de vi- llancicos que en ciertas fiestas se cantaban en los claustros. Las clarisas tenían éste: Vítor, vítor las llagas de nuestro padre San Francisco!
El de esta perla sin oriente era un gallego agustino. Al cabo, un novicio se asomó por una ventana de la esquina de Calonge dando este
vítor: ::«¡Ya se acabó la elección!
Ricardo Palma
Estrellita del Alba estaba al lado suyo. Un vítor estruendoso sonó en el ejército loleño. Todos braveaban a su rey, que, abrazado por su hembra, miraba hacia el fondo del bosque con mirada desafiadora y saludaba a su tribu con gesto triunfador.
El alma os doy con la mano. SANTARÉN ¡Vítor, vítor la viudilla! DOÑA BERNARDA Quédese aquí Santillana, porque a Don Gómez le diga, cuando venga, que el amor estas cosas encamina; porque el aguardalle aquí me parece que sería necedad o atrevimiento.
Pero me ha hecho caer de mi asno la lectura de un pasquín que allá por los fines de 1658 apareció en la puerta de los palacios arzobispal y de gobierno. Dice así: ::«¡
Vítor el rey español ::que no entiende de guaraguas!
Ricardo Palma
Al llegar al valle de
Vítor los arrieros que a lomo de mula conducían los cajones en que iban las imágenes, escapose una mula y fue a dar con la carga en la puerta del templo de San Francisco de Arequipa.
Ricardo Palma
Señor, la vuestra el vítor mereciera cuando al León que el mar tiene domado, del Po habiendo ocupado la ribera de Francolino a donde muere ahogado, hicisteis tal, que aunque rugir lo oyera, no he de temer, si vos me estáis al lado.
Su contrario había triunfado por mayoría de dos votos, éxito que fué celebrado con un vítor, ingenioso en verdad, pues en él se les vuelve la oración por pasiva á los partidarios del sevillano.