Vinieron las armas aliadas en 1704, y el virrey Velasco, con sólo 700 hombres que tenía dentro Barcelona, instado de los comunes, formada la Coronela, disipó todas las esperanzas de los aliados de poder tomar pie en, de lo que los serenísimos duque y duquesa de Anjou, desde el ejército y desde Madrid, escribieron con muchos elogios a los comunes las gracias; en el año 1705, habiendo desembarcado nuestro rey y señor, desterró Velasco de Barcelona más de 25,000 personas, y privó a los habitantes de tomar las armas y de salir de noche de sus casas por cualquiera necessidad; viéndose ultrajados los catalanes...
Los gendarmes franceses, de los que se reía Beranger y de los que ha seguido riéndose Courteline; los carabinieri italianos, que también han logrado la risa de los ironistas nietos de Pasquino, no merecían esas burlas, porque eran y son los cínicos defensores de los ultrajados.
Los jefes se creyeron ultrajados en su clase, y los soldados, que tenían ya por Belzu esa adhesión que después se elevó a las proporciones religiosas de un culto, lo rodearon, murmurando sordas amenazas, que dieron a Belzu el pensamiento de una pronta venganza.
Los cuerpos de los caídos en las calles y el Cuartel “Sucre” fueron ultrajados por las milicias paramilitares, presentando evidencias de mutilaciones de sus cuerpos.
Sin embargo, oigamos al mismo Epeas, a quien frecuentemente llama piadoso, y atendamos con reflexión a su sentimiento: «Ved aquí a Panto, sacerdote del Alcázar, y de Febe, abrazado él mismo con los vencidos dioses, y con un pequeño nieto suyo de la mano que, corriendo., despavorido, se acerca hacia mi puerta.» No dice que los, mismos dioses (a quienes no duda llamar vencidos) se los encomendaron a su defensa, sino que no encargó la suya a estas deidades, pues le dice Héctor «en tus manos encomienda Troya su religión y sus domésticos dioses.» Si Virgilio, pues, a estos falsos dioses los confiesa vencidos y ultrajados...
Porque en momentos de angustia olvidamos estos sagrados ideales, porque hicimos de nuestras comodidades materiales, concentración de nuestros sentidos y aspiración única de nuestros espíritus, nos hemos visto vejados, ultrajados y deshonrados en nuestras afecciones más caras, sin que a duras penas asomase el sonrojo en nuestras mejillas y palpitaran de vergüenza nuestros corazones.
OEMARIO OBRA POEMÁTICA COMPLETA: Tomo 8 I Octubre... Otoño… dos hojas al viento perpetuadas... ayeres y mañanas
ultrajados. Recuerdos.
Antonio Domínguez Hidalgo
Los infrascritos habitantes de la Parroquia de Buenavista, Provincia del Oro, Considerando: 1° Que el actual Gobierno por su conducta indigna y antipatriótica ha atentado contra los fueros y dignidad del pueblo ecuatoriano; 2° Que por lo tanto dicho Gobierno no es acreedor a la confianza pública, Resolvemos: 1° Desconocer la legitimidad de dicho Gobierno; 2° En virtud de nuestras facultades, delegar todas nuestras atribuciones en la persona del señor Manuel Serrano, a quien proclamamos como Jefe de todas las operaciones conducentes a reivindicar nuestra honra y fueros vilmente ultrajados.-Buenavista, Mayo 4 de 1895.
Venid pues, quantos abrigueis en vuestros pechos el amor á nuestro amado Soberano, y quantos ultrajados por la injusta violencia que os impone la ambicion del que os oprime, conserveis en vuestro corazon el deseo del órden, de la paz y la unidad, tan indispensablemente necesarias para sostener vuestros derechos, y el de la sagrada y alta causa que tan dignamente defendemos.
Si el hombre enamorado ha sido uno de los que antes siguieron a Júpiter, tiene más fuerza para resistir al Dios alado que ha venido a caer sobre él; los que han sido servidores de Marte y le han seguido en su revolución alrededor del cielo, cuando se ven invadidos por el amor, y se creen
ultrajados por el objeto de su pasión, se ven arrastrados por un furor sangriento, que los lleva a inmolarse con su ídolo.
Platón
No se hallaban ciudades subterráneas ni caminos adaptados ni au-tomóviles vencidos ni barcos confundidos ni aviones
ultrajados ni astronaves extraviadas...
Antonio Domínguez Hidalgo
Llévanse las aras y los vasos sagrados; huye el mismo rey Latino, llevándose los dioses ultrajados por el impío rompimiento de los pactos.