Hay en la llanura, frente a la ciudad, una excelsa colina aislada de las demás y accesible por todas partes, a la cual los hombres llaman Batiea y los inmortales tumba de la ágil Mirina; allí fue donde los troyanos y sus auxiliares se pusieron en orden de batalla. A los troyanos mandábalos el gran Héctor Priámida, de
tremolante casco.
Homero
Luego en el corazón le dio un pellizco la mala nueva, que adelanta el daño, haciendo el aposento al desengaño, y díjole: «¿Qué tienes, Garraf amigo, que tan triste vienes?» Entonces él, moviendo
tremolante blanda cola detrás, lengua delante, le refirió el suceso, y que Marramaquiz papel y queso.
Lope de Vega
Héctor, de
tremolante casco, pasó corriendo, sin responderle, porque ardía en deseos de rechazar cuanto antes a los argivos y quitar la vida a muchos guerreros.
Homero
Así decían. El gran Héctor, de
tremolante casco, agitaba las suertes volviendo el rostro atrás: pronto saltó la de Paris. Sentáronse los guerreros, sin romper las filas donde cada uno tenía los briosos corceles y las labradas armas.
Homero
Así dijo. Héctor, de
tremolante casco, nada contestó. Y Helena hablóle con dulces palabras: —¡Cuñado mío, de esta perra maléfica y abominable!
Homero
Respondióle el gran Héctor, de
tremolante casco: — No me ofrezcas asiento, amable Helena, pues no lograrás persuadirme: ya mi corazón desea socorrer a los troyanos que me aguardan con impaciencia.
Homero
Pero Agamemnón, rey de hombres, gritóles con recias voces: —Deteneos, argivos; no tiréis jóvenes aqueos; pues Héctor, de
tremolante casco, quiere decirnos algo.
Homero
Dicho esto, Héctor, de
tremolante casco, partió; y la negra piel que orlaba el abollonado escudo como última franja, le batía el cuello y los talones.
Homero
Mató entonces a Cérano, Alástor, Cromio, Alcandro, Halio, Noemón y Prítanis, y aun a más licios hiciera morir el divino Odiseo, si no lo hubiese notado el gran Héctor, de
tremolante casco; el cual, cubierto de luciente bronce, se abrió calle por los combatientes delanteros e infundió terror a los dánaos.
Homero
Respondióle el gran Héctor, de
tremolante casco: —No me des vino dulce como la miel, veneranda madre, no sea que me enerves y me hagas perder valor y fuerza.
Homero
Teutrante, igual a un dios; Orestes, aguijador de caballos; Treco, lancero etolo; Enomao; Heleno Enópida y Oresbio, de
tremolante mitra; quien, muy ocupado en cuidar de sus bienes, moraba en Hila, a orillas del lago Cefisis, con otros beocios que constituían un opulento pueblo.
Homero
Los teucros y Héctor, promoviendo inmenso alboroto, hacían llover sobre ellos dañosos tiros. Y el gran Héctor, de
tremolante casco, gritaba con voz recia: —¡Tidida!
Homero