Comentó su descubrimiento con su hermano Sabino, que por entonces se hallaba en casa convaleciente de tisis y se proclamaba carlista.
Muchos rasgos de la vida de Chopin son símbolos del Romanticismo: su aire de misterio, su doloroso exilio, su inspiración atormentada, su refinamiento, incluso su temprana muerte por la tisis son temas románticos típicos.
En 1765, afectado ya de tisis, Sterne decidió viajar a climas más cálidos que el de Inglaterra, y recorrió Francia e Italia, llegando hasta Nápoles.
Esas chicas insuficientemente alimentadas, sin higiene, torturadas de vanidad, en espera febril de lo que no llega: del esposo, de la posición, son candidatos naturales a la
tisis.
Emilia Pardo Bazán
En su rostro marcara indelebles señales la ictericia; y ni en tiempo de verano riguroso prescindía de la gorra de seda y las babuchas de abrigo. Vivía con sus dos hijas; su mujer había muerto de
tisis pulmonar.
Emilia Pardo Bazán
Jacinto, creen los médicos, tiene un principio de
tisis; me voy a quedar sola..., es decir, ¡no, quedarme no!, porque Dios no tiene derecho a exigir que viva, si me arrebata lo único que me dejó.
Emilia Pardo Bazán
22 Jehová te herirá de tisis, y de fiebre, y de ardor, y de calor, y de cuchillo, y de calamidad repentina, y con añublo; y perseguirte han hasta que perezcas.
La enfermedad había sido un resfriado, cogido la noche en que salieron de París; pero la frágil constitución de la enferma y quién sabe qué herencia de tuberculosis, hicieron estallar una tisis galopante, ante la cual fueron inútiles mis esfuerzos.
Y he aquí que el Destino trajo la solución. Candelaria tenía en la masa de la sangre la
tisis. Dicen que no se hereda, pero ello es que hay familias donde, sucesivamente, muchos individuos se extinguen del mismo mal.
Emilia Pardo Bazán
Nada más justo, por tanto, que sustituirle con otro juez más respetable: la conciencia y la práctica; porque es evidente que deben pagarse mucho de ambas cosas los que en menos tienen a Jesucristo y consideran a su Eterno Padre como una plaga semejante a la tisis.
-Pero si lo has sido, Joaquín... ¡Has sufrido tanto!... -Sí, la tisis del alma. Y no pudiste hacerme bueno porque no te he querido.
El vals ha concluido y la mundana se marchita, como una Rosa de Jericó, en el apogeo de su púrpura. Morirá seguramente de alguna tisis histérica.