No en las vegas de Jarama pacieron la verde grama nunca animales tan fieros, junto al puente que se llama, por sus peces, de Viveros, como los que el vulgo vio ser lidiados aquel día, y en la fiesta que gozó, la popular alegría muchas heridas costó. Salió un toro del toril y a Tarfe tiró por tierra, y luego a Benalguacil, después con Hamete cierra, el
temerón de Conil.
Nicolás Fernández de Moratín
Cuanto es interesante la primera, tanto es despreciable la segunda. Después del calavera
temerón hablaremos del seudocalavera. Éste es aquel que sin gracia, sin ingenio, sin viveza y sin valor verdadero, se esfuerza para pasar por calavera; es género bastardo, y pudiérasele llamar por lo pesado y lo enfadoso el calavera mosca.
Mariano José de Larra
Quedábamos al fin de nuestro artículo anterior en el calavera
temerón. Éste se divide en paisano y militar; si el influjo no fue bastante para lograr su charretera (porque alguna vez ocurre que las charreteras se dan por influjo), entonces es paisano, pero no existe entre uno y otro más que la diferencia del uniforme.
Mariano José de Larra
Pero por un contraste singular el calavera
temerón, una vez militar, afecta no llevar el uniforme, viste de paisano, salvo el bigote; sin embargo, si se examina el modo suelto que tiene de llevar el frac o la levita, se puede decir que hasta este traje es uniforme en él.
Mariano José de Larra
Falta la plata y el oro, pero queda el despejo y la marcialidad, y eso se trasluce siempre; no hay paño bastante negro ni tupido que le ahogue. El calavera
temerón tiene indispensablemente, o ha tenido alguna temporada, una cerbatana, en la cual adquiere singular tino.
Mariano José de Larra
El calavera
temerón escoge a veces para su centro de operaciones la parte interior de una persiana; este medio permite más abandono en la risa de los amigos, y es el más oculto; el calavera fino le desdeña por poco expuesto.
Mariano José de Larra
Sus padres, que ven por fin decididamente que no hay forma de hacerle abogado, le hacen meritorio; pero como no asiste a la oficina, como bosqueja en ella las caricaturas de los jefes, porque tiene el instinto del dibujo, se muda de bisiesto y se trata de hacerlo militar; en cuanto está declarado irremisiblemente mala cabeza se le busca una charretera, y, si se encuentra, ya es un hombre hecho. Aquí empieza el calavera
temerón, que es el gran calavera.
Mariano José de Larra
Maneja bien las armas y se bate a menudo, semejante en eso al
temerón, pero siempre con fortuna y a primera sangre; sus duelos rematan en almuerzo, y son siempre por poca cosa.
Mariano José de Larra
Nkomo incumplió en la existencia de ZAPU como un grupo separado de ZANU-PF, y entonces hacía una "paz" dentro el gobierno y los exzipristas que huyeron al monte para escapar la que temerón hubiera sido muerto asegurado por la Brigada 5a.