Recostado en un
sofá, con la chaqueta desprendida, el coronel Oyarzún parecía estudiar con la mirada las cotas de un mapa verde que estaba allí, frente a sus ojos.
Roberto Arlt
Lo miró al teniente, y comprendió que el hombre iba en busca de auxilio. Entonces se incorporó y, ya sentado en el
sofá, dijo: -Pase, teniente -le señaló una silla-.
Roberto Arlt
Sírvase usted sentarse. (Se sientan en un
sofá.) (Meloso.) Sírvase decirme en qué puedo serla útil. SEÑORITA Estoy en la miseria.
Ricardo Flores Magón
El salón, apenas alumbrado por los candelabros de las consolas, era grande y frío, con encerada tarima. Ante el sofá del estrado brillaba un brasero de cobre sostenido por garras de león.
Comenzó la mudanza; el
sofá no cupo por la escalera; fue preciso izarle por el balcón, y en el camino rompió los cristales del cuarto principal, los tiestos del segundo, y al llegar al tercero, una de sus propias patas, que era precisamente la que le había estorbado; si se hubiera roto al principio, pleito por menos; fue preciso pagar los daños.
Mariano José de Larra
pero lo callaba. Se dirigió hasta una percha, cogió una gabardina que en ella pendía y tomó un maletín caído a propósito en un
sofá.
Antonio Domínguez Hidalgo
Hay visitas, por supuesto, y son de pelo de veras, con ropones de seda lila de cuartos blancos, y zapatos dorados; y se sientan sin doblarse, con los pies en el asiento: y la señora mayor, la que trae gorra color de oro, y está en el
sofá, tiene su levantapiés, porque del
sofá se resbala; y el levantapiés es una cajita de paja japonesa, puesta boca abajo: en un sillón blanco están sentadas juntas, con los brazos muy tiesos, dos hermanas de loza.
José Martí
Demasiado cansada... Necesito dormir...) y la diosa, en la penumbra de una estancia se tendió sobre un
sofá con desgano... —Vacía...
Antonio Domínguez Hidalgo
¡Ve corriendo y llama al doctor Sánchez! ¡Mi mamá se muere! Ven, espera, ayúdame a llevarla al
sofá de la sala... ¿No ves que se está cayendo?
Pedro Antonio de Alarcón
¡No haga usted caso de esa ingrata y dígame que ya está buena del todo, o reviento aquí donde me veo atado por el dolor y crucificado por mi enemiga! A todo esto la viuda había sido colocada en el
sofá, y Rosa atravesaba la calle en busca del doctor.
Pedro Antonio de Alarcón
Y a la hora indicada, exacto como un reloj de los que son exactos, allí estaba Avelino con los estuches. La extranjera, alzándose del
sofá, hizo gestos de contrariedad: -¡Cuánto siento la molestia!...
Emilia Pardo Bazán
Vestía aquella señora en casa unos diablos de batas de finísima tela que se pegaba al cuerpo de diosa de la enemiga como la hiedra al olmo; se sentaba en el sofá, y en la silla larga, y en el confidente (todo ello blando, turgente y lleno de provocaciones), con tales posturas, doblándose de un modo y enseñando unas puntas de pie, unos comienzos de secretos de alabastro y unas líneas curvas que mareaban, con tal arte y hechicería, que el mísero Zurita no podía pensar en otra cosa, y estuvo una semana entera apartado de su investigación de la Unidad del Ser en la conciencia, por no creerse digno de que ideas y comuniones tan altas entrasen en su pobre morada.