Nunca me imaginé que los monos pudieran concertar tan variadísimas
sinfonías de chillidos, rugidos, lamentaciones, gritos, ronquidos, rebuznos y aullidos como los que estas bestias peludas, negruzcas, rojas y amarillentas componían desde sus alturas.
Roberto Arlt
RITMOS Tomaré tus fragancias de playa —olas, oleajes, olear...— para hacer mis ropajes de fuego —llama, flameante, flamear— y al sentir tu vehemencia de nácar —perla, torcaz y coral— orlaré mi fatiga de rosas —rozante, rosado, rosal...— Palparé voluptuoso tus ondas —volutas, volantes, voladas— al matiz de tu abrazo soñado —soñador, soñoliento, sonámbulo— y agrietado mis huecos sin nombre —anónimo, antónimo, homónimo...— dejaré penetrarme tus cantos —cantores, cantando, cantantes— y vistiendo tus ritmos callados —percusiones, alientos y cuerdas— entre músicas nunca sentidas —electrón, contrapunto, oquedades— precipitaré mi cuerpo ::—eco— ::::al desnudo fondo ::::::—cosmos— de tus
sinfonías...
Antonio Domínguez Hidalgo
IV Otra vez están conmigo –volante al mando– mis soledades antiguas –alas de estío– opalescentes en oros –planeador de vientos– diafanizantes de espigas –repetido encuentro– Otra vez están conmigo –distante visión terrícola– mis soledades de mares –copiloto hidráulico– mis soledades de ríos –corriente electromagnética– de arroyos y manantiales –resistencia interna– Otra vez me vivifican –rotación de discos espirales– mis soledades de risas –facsímil de nuevos sueños– mis soledades de cantos –altavoz de ultrasonidos– de músicas y
sinfonías –bafles sin ecos.
Antonio Domínguez Hidalgo
¿Tendrás por más dichoso a Mecenas, a quien estando ansioso con los amores, y llorando cada día los repudios de su insufrible mujer, se le procuraba el sueño con blando son de sinfonías que desde lejos resonaban?
Y yo, ¡que podría en el estremecimiento de mi inspiración trazar el gran cuadro que tengo aquí dentro! Y decía el otro: -Perdida mi alma en la gran ilusión de mis
sinfonías, temo todas las decepciones.
Rubén Darío
No se reirían poco mañana sus compañeros de mesa de café si cometiese la simpleza de contarles cuán extrañas
sinfonías entonan a las altas horas de la noche las capillas desiertas.
Emilia Pardo Bazán
Con leer una vez una canción, tenía bastante para ponerla en música exquisita, que parece de sueño y de capricho, y como si fuera un aire de colores. Escribió más de quinientas melodías, a más de óperas, misas, sonatas,
sinfonías y cuartetos.
José Martí
Voy, pues, a limitarme a narrar brevemente los tres sucesos que suelen servir de epígrafe a los capítulos de mis soñadas novelas; los tres puntos aislados que yo suelo reunir en mi mente por medio de una serie de ideas como un hilo de luz; los tres temas, en fin, sobre que yo hago mil y mil variaciones, las que pudiéramos llamar absurdas sinfonías de la imaginación.
RETORNOS Y si nadie se percata de mis cantos ni se alumbra con mi esencia será porque los fangos en sus lodos no les deja contemplar el alba... o acaso porque el hueco que los hunde no percibe
sinfonías...
Antonio Domínguez Hidalgo
Las rusas lindísimas y sensuales, sinfonías de luz llenas de joyas, en las que se prohibía el calor, largas capas de pieles y de sedas que dejaban a la luz el tono rosa de los hombros; a príncipes, militares, nobles y favoritos, con sus ajustados pantalones de seda blanca que ceñían los músculos y sus gorros cilíndricos con pendientes.
Después iban muy muchos instrumentos de muy suave música, así como sinfonías muy suaves y flautas y chirimías que cantaban muy dulce y suavemente, a las cuales seguía una danza de muy hermosas doncellas con sus alcandoras blancas, cantando un canto muy gracioso, el cual con favor de las musas, ordenó aquel sabio poeta, en el cual se contenía el argumento y ordenanza de toda la fiesta.
Flota sobre mi espíritu el melancólico recogimiento del otoño, de sus follajes quemados y enrojecidos por el frío, de los nubarrones cobrizos y violáceos de sus crepúsculos, del olor a nidos abandonados y a cloroformo de las hojas que se desprenden de las ramas, y revolotean en el aire húmedo, bajo los rayos enfermizos del sol de octubre, que apenas las calientan, para caer al suelo y esperar allí, podridas y negras, la soledad el invierno helado y las frescas sinfonías de la primavera!