Desde que su vida plena de atributos morales y humanitarios se arrancó desde las aulas del Seminario, que lo había honrado con la Capellanía y la dirección espiritual de los jóvenes, allá en el año de 1869, su existencia preciosa se extiende como bálsamo de piedad y curación de males sociales a través de varios pueblos serraniegos.