Estevan avié nomne el
secundo ermano, entre los senadores non avié más lozano; era muy poderoso en el pueblo romano, avié en "prendo prendis" bien usada la mano.
Gonzalo de Berceo
Respondió el chistiano, dissoli al iudio: Entiendo que me tienes por loco e sendio, Que non traio conseio, e ando en radio; Mas al veras tras esto,
secundo que io fio.
Gonzalo de Berceo
Fueron pora Proyecto, fuera cuyo rendido, dissiéronli: Proyecto, non seas adormido, piensa del tu Estevan que anda escarnido, réndili gualardón ca óvote servido." Fue pora la Gloriosa que luz más que estrella, movióla con grand ruego, fue ante Dios con ella, rogó por esta alma que trayén como a pella, que non fuesse judgada
secundo la querella.
Gonzalo de Berceo
Fablólis voz del çielo dolient e querellosa: Oid, dixo, christianos, una estranna cosa: La gent de iudaismo sorda e çegaiosa, Nunqua contra don Xpo non fo mas porfiosa.
Secundo que nos diçen las sanctas Escripturas, Fiçieron en don Xpo muy grandes travesuras: Taiaba essa cuita a mi las assaduras, Mas en ellos quebraron todas las sus locuras.
Gonzalo de Berceo
Porque al día siguiente en que Curiacio Materno había recitado su tragedia de Catón, teniéndose noticia de que había ofendido los ánimos de los poderosos, como que, olvidándose él de sí, sólo había pensado como Catón en el argumento de aquella tragedia, y esparciéndose sobre esto un grande murmurio en la ciudad, vinieron a su casa Marco Aper y Julio Secundo...
-Yo, a la verdad -dijo Secundo-, antes que Aper me recuse por juez, haré lo que suelen los buenos y modestos jueces, que es excusarse de conocer en aquellas causas en que se echa de ver, que una de las partes tiene ganada la inclinación de ellos.
-Nada de eso -dijo Secundo-; antes bien, me hubiera alegrado que hubieses venido más temprano, pues te hubiera causado placer, no sólo el discurso elegante que ha hecho nuestro Aper, exhortando a Materno a que pusiese todo su ingenio y estudio en orar causas, sino también la oración de Materno en defensa de la poesía festiva, y como convenía defender a los poetas, pero satírica, y con estilo más semejante al de éstos, que al de los oradores.
Así, por vida mía, no menos veo ser digno de aprobarse en ti o Secundo, el que, habiendo escrito la vida de Julio Africano, hayas dado a todos esperanza de componer más libros de esta especie que plausible en Aper el no haber dejado aún de ejercitarse en las controversias, queriendo más ocupar su tiempo, como acostumbran los nuevos retóricos, que como solían los antiguos oradores.
-Habéis movido -dijo Secundo- una cuestión muy grande y digna de tratarse; pero, ¿quién podrá explicarla más cumplidamente que tú, a cuya suma erudición y aventajado ingenio se llega el estudio y la meditación?
-Por parte de los dos -dijo Materno- yo lo prometo, porque Secundo y yo cumpliremos las partes que entendiéremos, no que las hayas omitido, sino dejándolas para nosotros, pues tú poco antes has dicho que Aper suele discordar en esto, y él mismo bastante a la descubierta, ya ha rato que se prepara en contrario, y muestra que no lleva a bien este nuestro unido modo de pensar sobre la excelencia de los antiguos.
Porque veo, Mesala, que tú imitas lo más gustoso de los antiguos, y a vosotros, Materno y Secundo, que mezcláis con la gravedad lo más brillante y culto de la expresión que hay en vosotros: elección de la invención, orden de las cosas y copiosa dicción cuando la causa lo pide; brevedad cuando se requiere, decoro en la composición y claridad en los pensamientos, que de tal suerte expresáis los afectos y templáis la libertad, que aun cuando la malevolencia y la envidia impidan reconocer nuestro modo de pensar, os harán justicia nuestros venideros.
Mas si un amigo suyo, si un pariente, si él mismo, en fin, se hallase en algún negocio apurado, acudirá a Secundo...