menos el señor Isla, con su gran panza actual, sus recuerdos, sus memorias que estaba escribiendo, su teatro satírico-sociológico en tres actos y en verso.
l autor de esta producción, según un reputado publicista y literato de éste país, es el poeta festivo,
satírico y epigramático don Francisco Acuña de Figueroa, inteligencia peregrina, gloria no sólo del Uruguay, su cuna, sino del Nuevo Mundo.
Francisco Acuña de Figueroa
«Buen principio de semana cuando el lunes ahorcan», decía con detestable humor y
satírico énfasis el almacenista de pianos Ardiosa, a matar con la Empresa y la compañía por ciertas quisquillas relacionadas con la organización de la orquesta...; y los defensores del empresario protestaban: «Hombre, bien; ya sabemos que hoy toca este cuarteto...
Emilia Pardo Bazán
Ésta es la razón por que el
satírico debe comprender perfectamente el espíritu del siglo a que pertenece; y ésta es la gran diferencia que entre los satíricos de las literaturas antigua y moderna choca al estudioso.
Mariano José de Larra
Era aquella una época de violenta actividad y desenfreno, en que el egoísmo de los poderosos, el afán de goce aun en aquellos que debían dar buenos ejemplos, habían quebrantado, más que los límites de la moral, los del honor y la decencia; una época que tenía que despertar y aguzar el espíritu satírico.
A la puerta del casino se despidieron algunos redactores del Bisturí. Paleólogo bajó por la calle de Alcalá con Rueda, Blindado y el satírico Merengueda.
muy bien con el vocablo... -Crea V. que es sin querer. -Yo he querido decir si era V. autor satírico... humorístico... vamos... -Sí; ya sé, ya sé.
Según caen las pesas. Cuando hay que llamar tonto a un escritor, sería muy feo decírselo con seriedad; entonces soy satírico o humorístico, como V.
A estas y otras tonterías del satírico, que debía vender dátiles, las llamaban sus admiradores «sencillez, naturalidad, facilidad».
Pesándome de que me llamen todos los días, desde el año 9 en que nací, por el mismo apellido, cien veces dejé aquel con que vine al mundo, y ora fui el «Duende
satírico», ora el «Pobrecito hablador», ora el «Bachiller Munguía», ora «Andrés Niporesas», ora «Fígaro», ora...
Mariano José de Larra
Bustamante, como íbamos diciendo, en vez de ir a la fonda de López buscó la posada de Rueda y sorprendió al literato estudiante en el lecho, tres horas escasas después de haberse acostado el autorcillo satírico, que trasnochaba, por no ser menos que otros.
o fue sólo el satírico de Francia Del banquete importuno fiel testigo Que a su lira prestó tanta elegancia: Yo también si me escuchas, Claudio amigo, Te instruiré de otro lance, cuya escena Trágica contar puedo por testigo.