sólo se llenó una vez, cuando Oxen, el millonario norteamericano, compró secretamente una
sarta antigua, dicen que de la Virgen de Loreto.
Emilia Pardo Bazán
Bien me parece a mí un escribano a caballo y un alguacil con capa y gorra honrando unos azotes como pudiera un bautismo, detrás de una
sarta de ladrones que azotan; pero siento que cuando el pregonero dice: «A estos hombres, por ladrones», que suena el eco en la vara del alguacil y en la pluma del escribano.
Francisco de Quevedo
Y es que el camino lo merecía: a la izquierda, la ría, azul y brillante, como polvareda de cristal, con sus playales de arena blanca, que orlan pinos y alisos, mimbraleras y álamos argentados; a la derecha, una
sarta caprichosa de casas de recreo, de cuyas tapias se desbordaba el ramaje de las coníferas y los ramilletes coralinos del geranio enredadera y la rosa de pitiminí.
Emilia Pardo Bazán
Según oyera la Primitiva, la Mora dejó una niñita de pocos meses, y esa criatura que nunca confesó suya la malabarista, era ella misma. A lo menos le dieron las caravanas de la infortunada y la sarta de monedas con la negrita.
Y no es eso sólo, sino que ahora con este con qué y aluego con el otro, lo tengo en casa cuarenta veces ar día, y po eso me he determinao yo a venir pa decille a su mercé que no es que a mí me agravie la voluntá que a la muchacha le tiée el zagal, que si ella es una rosa de Jericó, él es tamién una prenda, pero es que mi zagala está entoavía en capullo y la mies que mejor se trilla es la que más el sol dora; y además, y sobre to, y platicándole a su mercé con er corazón en la mano: la verdá es que a mí er peso de la edá me tiée ya enterrao cuasi jasta los corvejones y er día menos pensao sarta un terral y me reseca der to y me arranca de la cepa...
Y estando aquella mañana Isabela vestida, por orden de la reina, tan ricamente que no se atreve la pluma a contarlo, y habiéndole echado la misma reina al cuello una
sarta de perlas de las mejores que traía la nave, que las apreciaron en veinte mil ducados, y puéstole un anillo de un diamante que se apreció en seis mil escudos, y estando alborozadas las damas, por la fiesta que esperaban del cercano desposorio, entró la camarera mayor a la reina y de rodillas le suplicó que suspendiese el desposorio de Isabela por otros dos días, que con esta merced sola que su majestad le hiciese, se tendría por satisfecha y pagada de todas las mercedes, que por sus servicios merecía y esperaba.
Miguel de Cervantes Saavedra
Con el aire más natural, con una risa de
sarta de perlas que se desgranaba, Sarito sacudió la ceniza, apretó con los lindos dedos el punto donde cundía el fuego y exclamó: -No hay cuidado...
Emilia Pardo Bazán
Las rapazas vestían su mejor ropa, sus buenos dengues y mantelos de rico paño a la antigua, que ya no se estilan ahora, iban repeinadas, lustrosa la tez de tanto fregarla con agua y jabón barato; hasta lucían una
sarta de cuentas azules, Esperanza; de granos de coral falso, Venturiña; pero tenían que sentar sobre los guijarros y el polvo el pie desnudo; y esto sería lo de menos, que avezadas estaban a guardar los zapatos para días de repique gordo; el caso era la vergüenza, el corrimiento de ir así, y que todos los mozos y aun los viejos preguntasen entre maliciosas cucadas de ojo la razón de un voto tan solemne y estrecho.
Emilia Pardo Bazán
Se han muerto ya, princesa de princesas de todos los pictóricos estilos, las flores del jardín de las promesas crecidas bajo el palio de los tilos y el otoño ha aventado sus pavesas. Fue tu amor una sarta de falacias de tu alma hecha de afeite y badulaque.
-Buenos días, pequeña -le dijo la señora de Chargebœuf desde lo alto de su grandeza y con el aire impertinente que le daba la nariz remangada. Vinet llevó al colmo aquella sarta de injurias, mirando a Petrilla y diciendo en tres tonos diferentes: -¡Oh!
Mi deseo era desarrollar todo esto, y me encuentro al fin de la jornada con una serie de notas sueltas, especie de sarta sin cuerda, en que se apuntan muchas cosas y casi ninguna se acaba.
Y las carcajadas generales eran tanto más de notar, cuanto que el excelente borrachín nada decía que fuera ingenioso o regocijado. Sarta de disparates sin gracia y sin intención eran sus discursos.