En la esquina, detrás de la puerta, unos borceguíes de clavos relucientes estaban colocados sobre la piedra del lavadero, cerca de una botella llena de aceite que llevaba una pluma en su gollete; había un Mathieu Laensberg(4) tirado en la chimenea polvorienta, entre pedernales, cabos de vela y pedazos de yesca.
Allí de la tierra sombría, del tenebroso Tártaro, del ponto estéril y del cielo estrellado están alineados los manantiales y términos hórridos y pútridos de todos, y hasta los dioses los maldicen. Allí hay relucientes puertas y un sólido broncíneo vestíbulo natural, asegurado con profundos cimientos.
Se presentó en Tumbes ante los indios, armado de coraza y casco relucientes, espada, rodela y una cruz; y su sola figura ejerció influencia mágica sobre los sencillos habitantes.
TEZCATLIPOCA rabiaba a veces, como de envidia, por lo que su hermano, que le gustaba transformarse en una serpiente emplumada, se lucía dando a la humanidad, desde que ésta había sido creada. Por ello, a TEZCATLIPOCA le agradaba vestirse lleno de relucientes espejos que de tanto brillo, parecía que despedían humo.
El mundo de los embajadores caminaba sobre pavimentos relucientes, en salones revestidos de espejos, alrededor de mesas ovalés, cubiertas de un tapete de terciopelo con franjas doradas.
A escape, el mejor dentista de Madrid -por supuesto, norteamericano- se encargó de amueblar espléndidamente el tenebroso antro de la boca de don Zoilo con una doble fila de mondados piñones, iguales,
relucientes y parejos.
Emilia Pardo Bazán
Bordea el maizal llana y polvorienta carretera, que limita por el otro lado con alegres colinas. Aquí y allá, en llano o monte, álzanse dispersas muchas casitas albas y relucientes como la nieve al sol.
Sí, los ojos brilladores, los ojos que tienen fama en toda la Andalucía, por su fuego y sus pestañas, en el peñón, que lejano apenas se dibujaba entre la neblina (seña de mudarse el tiempo), clava. Dos lágrimas
relucientes sus mejillas deslustradas queman, un hondo suspiro del pecho oprimido arranca.
Ángel de Saavedra
o le hubiera sido posible desmentir su abolengo gitano a Rosarito Heredia, más conocida que por su nombre y que por su ilustre apellido por la Niña de los Lunares en todo el barrio en que habíala hecho popular, además de su árbol genealógico, su semblante de maravilloso perfil, de ojos grandes, negros, de dulcísimo mirar, de tez morena y suave, de boca de labios gruesos y encendidos; de nítida dentadura, y de pelo tan abundante y tan indócil, que era empresa casi imposible el domar sus relucientes rebeldías.
-respondió el incógnito. Y así hablando, vació su escarcela y derramó en la mesa una cascada de relucientes doblones. Imitolo el capitán, y no sin secreta vergüenza, alineó delante de sí tres doradas pilas de ducados: ¡la manutención de los cien valientes confiados a su cuidado!
Ningún americano del contorno, con sus cadenas o sortijas más relucientes; ninguna señoritinga pudorosa; ningún mozo aldeano, todos en atavío de fiesta; ninguna moza, con los trapitos de cristianar realzando su gentileza y garbo, faltó a la misa.
Cerca está la historia entera del cultivo del campo, en modelos de realce, y en cuadros y libros; y un pabellón de arados de acero
relucientes; y una colmena de abejas de miel, junto al moral de hoja velluda en que se cría el gusano de seda; y los semilleros de peces, que nacen de los huevos presos en cajones de agua, y luego salen a crecer a miles por la mar y los ríos Los más admirados son los que vienen de ver las cuarenta y tres Habitaciones del Hombre.
José Martí