Pero quiero contentarme con los ejemplos de mi casa, pues ninguno habrá tan falto de sentido y de entendimiento, que se queje de que la fortuna le acarreó lágrimas, si considerare que no ha reservado de ellas a César.
En alta noche, cuando el viento se
queje en las ventanas y gima en las techumbres; cuando los perros aúllen de tristeza, rezad por el Anima sola.
Tomás Carrasquilla
Y no es que me queje por haber sido defraudado, pues si alguien está disfrutando de él por equivocación, le agradeceré que lo conserve a su lado.
-No es nada probable -dije. -Tampoco es que me queje de mi oficio -dijo míster Omer-. Todo tiene sus pros y sus contras; eso ya se sabe: todo lo que yo pediría es que se educara a la gente de manera que tuviera el espíritu un poco más fuerte.
¿Cómo, y no será razón que me
queje —prosiguió—, que, habiendo yo guardado lo que Horacio manda en su Poética, que no salga a luz la obra que, después de compuesta, no hayan pasado diez años por ella, y que tenga yo una de veinte años de ocupación y doce de pasante, grande en el sujeto, admirable y nueva en la invención, grave en el verso, entretenida en los episodios, maravillosa en la división, porque el principio responde al medio y al fin, de manera que constituyen el poema alto, sonoro, heroico, deleitable y sustancioso; y que, con todo esto, no hallo un príncipe a quien dirigirle?
Miguel de Cervantes Saavedra
-No se
queje, pues, a la Providencia -le dijo la pastora-; al traerla a esta soledad, le ha quitado más disgustos que placeres; pero eso no es todo.
Jeanne-Marie Leprince de Beaumont
Éste es el primero día, después que me casé con él, que hablo con persona de fuera de casa; que fuera le vea yo desta vida a él y a quien con él me casó. HORTIGOSA Ande, mi señora doña Lorenza, no se
queje tanto; que con una caldera vieja se compra otra nueva.
Miguel de Cervantes
Aunque terrenos paraísos pises, nada el anhelo de la patria aplaca: dígalo el sabio pacïente Ulises, que, con morar en un Edén pequeño, de bella diosa idolatrado dueño, sólo anhelaba regresar a Itaca, y, como favor sumo, a Jove suplicaba queje diera vivir donde siquiera se divisase de su hogar el humo; y, huyendo de la tierna amante diosa, sentado tristemente en la ribera del inmenso océano, pasaba entero el día en su patria pensando, hijo y esposa, y en Laertes, su anciano padre, que acaso ya no viviría.
Cuando llegó la hora de que se redimiera, ¡qué de restos no subsistían aún de su bárbara servidumbre! CORTÉS.- No temáis, querido Guatemuz, que me queje de vuestros apasionados juicios.
Pero ¿por qué yo a las ignorantes auras para nada me queje, consternada por este mal, que de ningunos sentidos dotadas, 165 ni emitidas oírlas pueden, ni devolverme, palabras?
Bien veo que quise engañar y fui engañado porque me h irieron por mis propios filos; pero no puedo tener tan a raya el sentimiento que no me
queje de mí mismo.
Miguel de Cervantes Saavedra
¡Recórcholis! -contestó amoscado el albañil.- Aunque se
queje al Padre Santo de Roma, a borrar soy venido y borro. ¡Manos a la obra, muchachos!
Ricardo Palma